Me
he puesto malo.
La
gripe, claro.
He
seguido mi propio consejo y me he metido en la cama.
He
visto la TV.
"Todo el tiempo" Foto: billellis |
Ése
fue mi error.
He
comprobado que todo el mundo parece estar enfermo.
¿Lo has visto?
¿Seguro?
¿Y te ha parecido normal?
Yo
estoy encendido (y no sólo por la fiebre).
*****
No
ha sido cuestión del azar. Verás cómo todo estaba bajo control.
Así
es el modo en que la sociedad del conocimiento (en la que dicen que vivimos),
afronta la enfermedad y la forma en que se asignan los roles sociales,
atendiendo a si se trata de hombres o mujeres, obrando con una denigrante
desigualdad.
El
primero de los anuncios presenta a un hombre en un mundo de gladiadores.
Un
oficinista llega al trabajo, disparando a discreción.
Viene
bien pertrechado, embutido en su abrigo y con una bufanda (a la que no ha
tenido tiempo de quitarle la etiqueta).
Su
estornudo provoca una reacción y hace que su compañero vierta el café que
estaba tomando. Le está bien empleado, por posar las nalgas en la mesa y tratar
de escaquearse, mientras otra compañera —una mujer— está afanosamente trabajando.
Es
multi-woman. La podemos ver en segundo plano —afanosamente trabajando, otra vez—,
mientras el tosedor diurno, que claramente ha llegado tarde (todos los puestos
están ocupados ahora; un oficinista varón ha tenido tiempo, ya, de quitarse la
chaqueta y colgarla en el respaldo de la silla) es acompañado por su secretaria
(o una compañera voluntariosa, todo puede ser), que le informa, estresada, con
ese código telegramático impuesto por las prisas:
— Reunión. Ya
mismo.
Al
tipo hay que reconocerle su mérito. Ha sido capaz de llegar al despacho del
jefe —a despecho de su propio malestar— y ha podido deshacerse en el trayecto
del abrigo (pero no de la bufanda). La cara que muestra se debe más a su
lamentable estado de salud, que al miedo escénico.
Y
eso que, detrás de la puerta le esperan tres de sus compañeros y el jefe. Éste,
como manda su porte imperial, se muestra sereno. Lo de los otros tres sí que tiene
delito. Él, guarnecido con un casco, pone gesto estreñido y adelanta su mano
derecha con intención de agarrar algo. Ellas se muestran con mayor fiereza y
marcan su feminidad de forma evidente: la pelirroja (más próxima a la vista) está
desmelenada. La rubia (en segundo término) lleva un peto en el que se le marcan
los pezones. Ambas muestran de forma palpable su agresividad.
El
jefe (al que no sabemos si el puesto le viene grande, aunque podamos afirmar
rotundamente que la corona de laurel, sí; se le hubiera caído si no fuera
porque las orejas la sujetan) muestra su gesto reprobatorio (nótese la efectiva
combinación de rostro y pulgar).
Este
es el momento en el que el tipo me conquista definitivamente, mostrando a las
bravas que los tiene bien puestos. Hace caso omiso de la pelirroja (que asiste
estupefacta a la pachorra del pavo), el estreñido (que, inexplicablemente,
lleva ahora un reloj colgado del pecho) y un tercero, barbudo, que, habiéndose
incorporado en el último momento, parece querer proponerle una partida de teto. De la rubia ya no se sabe nada.
Pero él, impasible el ademán, no sólo se toma tiempo para tomar el fármaco,
sino que ha aprovechado para quitarse la bufanda y montarse un estrado de
orador, con jarrita de agua (a un lado) y juego de café (al otro).
Esta
demostración de aplomo, esta conducta, típicamente de macho alfa, aplaca los
ánimos de la grey con la que trabaja y, pese a que podríais hacerlo vosotros,
sé que agradeceréis que detalle los efectos. La pelirroja ha pasado de ser la
sobrina de Bob Marley (enfurecida)
para convertirse en una jovencita risueña. El estreñido ha dejado de serlo, aplicando un conocido
remedio. La rubia ha recogido su pelo en unas trenzas, cual moderna Rapunzel. El jefe pone la sonrisa
de un buencha que nunca hubiese roto un plato. El barbas saluda, mientras dice “bueno, lo del teto lo dejamos para otro rato, ¿vale? Siempre estaré
disponible”. Hay botellines de agua dispersos por
la mesa, para ayudar a pasar el mal trago.
Todo
ello para explicar en su charla un esquema que tiene la complejidad del
mecanismo de un silbato. Y, además, hacerlo, con esa chaqueta, en tono beige, que, por arriba, lleva abrochada
como una sotana y, por abajo, parece estar dispuesto para facilitar la micción. Con esa facha y
es capaz de capear el temporal.
El
gesto de su jefe se ha transformado. Ya no es sólo aprobador (es notorio). El
componente freudiano de la elevación
del pulgar, dejo que lo descubráis por vuestra cuenta.
¿Consecuencias?
Sonrisas
en él...
...y
en ella. ¡Todo arreglado!
*****
El
segundo anuncio muestra a una mujer
trabajadora.
Llega
tosiendo a casa, tarde, cuando las luces están apagadas y todos están
durmiendo.
Sólo
la recibe su mejor amiga que, antes
de encender la luz, ya se ha puesto a saltar y a jugar y a mostrar su alegría
por su llegada.
La
manda callar, porque no quiere despertar a su familia.
Ella,
que no ha mirado para sí (y viene desabrigada, con el cuello abierto; sin
chaquetón, ni bufanda), no deja de preocuparse por los suyos.
Su
esfuerzo es baldío. Su hijo y su pareja (que duermen con la puerta entornada)
se despiertan y preguntan, con una alegre despreocupación (no suponen que pueda
ser un psicópata o un ladrón; asumen que es ella),
“¿mami?, ¿cariño, eres tú?”. Sí,
claro es ella, ¿quién va a ser a esas horas? Ella (no puede ser otra), que
llega cansada del trabajo, con tos, sensación de agotamiento y depresión
generalizada, porque tiene la impresión de que no da abasto con todo lo que
tiene que hacer, a pesar de salir de casa cuando no ha amanecido y llegando con
noche cerrada, para, en el fondo, tener que hacer todo el trabajo en la oficina
y preparar las estúpidas charlas de su compañero que, además de llegar con
abrigo y bufanda (bien calentito) ha tenido la desfachatez de contagiarle.
¡Vida ésta!
El
tono de la voz en off —que dice “calla tu
tos”, pero al que es fácil imaginar añadiendo un epíteto de cuatro letras—
hace que se mire en el espejo y comprenda lo verdaderamente jodido que es ser mujer hoy.
Repasemos
el cuadro: se acuesta, sin que su pareja le haya dedicado un mísero beso. En la
mesilla, sobre una carpeta (no sobre un libro), descansan sus gafas de lectura
que, ni intentando exprimir el tiempo, ha podido utilizar. En su caso, cuando tiene
oportunidad, la emplea para, antes de dormirse, repasar asuntos del trabajo;
no tiene ni un minuto que pueda desaprovechar.
Y,
así, el barrio entero se apaga. Mañana será otro día (aunque, para ella, pueda
parecer el mismo).
*****
El
mundo de la tos es así. Cuando voy al médico, es una de las cosas con las que
me atormenta, tratando de tipificar mi tos.
— Tengo tos.
— ¿De qué tipo?
— ¿Cómo de qué tipo? Tos. No sabría que hubiera tipos
de toses.
— ¿Tos seca?
— ¿Perdón?
— Que la tos, ¿que si es seca?
— El otro tipo de tos, ¿qué es?, ¿húmeda?
— No. Productiva.
— ¿Y qué produce?
— Expectoración, flemas, esputos...
Recuerdo
que siguió enumerando otras asquerosidades, pero yo ya había cerrado mis
conductos auditivos.
*****
Nuestra
protagonista es, además de multitarea, multitursiva. El mismo spot sirve para promocionar productos
que combaten distintos tipos de tos.
La
inespecífica (y con otros síntomas, como dolor, fiebre o congestión nasal).
La
expectorante.
La
seca.
*****
Una
mujer es capaz, ella sola, en un único intento, de cubrir el amplio espectro de
toses posibles, mientras que, todo el trabajo que puede mostrar un hombre, en
una apretada jornada, llena de estrés y amenazas, es un diagrama de una
simplicidad insultante.
Luego
dirán que los esfuerzos para tratar de conciliar la
vida laboral, la personal y la familiar, no son más acentuados en las mujeres.
Yo, después de esto, prometo dejar de ver la TV.
E
intentar conciliar el sueño.
Se te olvidó la tos Astur-Occidental, esto es, la Tox.
ResponderEliminarSiempre me queda la sensación de que faltó algo...
Eliminar(((y, por eso, a veces, me noto un poco faltoso)))
Ácida y justa crítica a los tradicionales roles publicitarios. Veo que le has sacado todo el jugo a los dos spots, eh??.
ResponderEliminarLa verdad es que mucha gente no repara en este tipo de detalles y se centran en el producto que les aliviará molestias dejando pasar cosas que son muy denunciables pero en una sociedad como la nuestra ni nos daremos cuenta.
Por cierto!! Yo también llevo tosiendo dos días y ahora que me voy para casa me recibirán mis dos perritas primero y no debo de hacer demasiado ruido para no molestar a mi mujer opositora...¿Es una señal de 'cambio?? JA,JA,jA!!
Lo de la publicidad (a mí) me da mucho juego: te animo a que marques el tag correspondiente que, ahora mismo, dice que hay 10 artículos dedicados al tema.
EliminarEn cuanto a los cambios en casa, creo que me rajo, para no tener que hablar de la mía
Gracias por el comentario.
(((y ánimo en tu lucha)))
Muy bueno, acabo de leerlo y me gusto mucho.
ResponderEliminarSe nota que te llevó gran trabajo analizar cada pequeño detalle de cada anuncio y su significado fuera de el.
besos. Pelayo
Gracias Pelayo. Parece que me llevó más y, sin embargo, salió sólo de la cantidad de veces que tuve que verlo.
EliminarBesos. Me alegra verte por aquí. Espero que te animes y repitas.
La única referencia buena de tos es la antesala de un cuarteto de finales de los años 70 compuesto por Canito, Javier, Enrique y Alvaro Urquijo llamado "TOS"
ResponderEliminarEl resto se cura con antibioticos
Tal que estos: http://www.youtube.com/watch?v=-FbBt3f48Rw
EliminarGracias por tus ánimos constantes
Joer, vaya análisis de publicidad. Me dejas flipado, de verdad. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias a ti, Johnny. Ya vi que estás echo un chaval, con cinco añazos. Enhorabuena. Dejaré firma allí, después de escuchar más.
EliminarAnalista de publicidad por lo menos! A mi me dan gracia la mayoria de estos anuncio!Poco creibles la verdad!
ResponderEliminarA+
Por cierto te toca a ti empezar el juego!!!!Hoy 30 de Enero! o mañana!!!
Si no la semana que viene me tocara a mi de nuevo y cambiara la tematica!!!
Tsi, ¿existe la posibilidad de ejercer de "analista de publicidad"? (y ganar pasta con ello, se entiende). Joder, pues me lo pido ya.
EliminarY la hemos cagao, porque no sabía que era mi turno. No tengo hecha la reseña, pero me pongo a ello. Cuando pueda la cuelgo, ya he visto que valdría mañana.
Presento mis disculpas ahora, aunque lo haré en el lugar oportuno.
Y, como remate, gracias por pasar por aquí y dejar tus impresiones.
Un saludo.
Muy bueno, menudo trabajo de investigación, hay ciertos detalles que pueden pasarse si no se atiende bien, aunque muchas veces es evidente y otras menos, el caso es que nos lo tragamos. Me ha encantado, en el tema de dibujos para niños podríamos también sacar bastante tajada, empezando por el marketing encubierto de las Monster High. También le tengo manía a la televisión, mejor dicho a la publicidad, y a la publicidad encubierta de dibujos / noticias etc... Saludos
ResponderEliminarLa publicidad me obsesiona: su capacidad de transmitir mensajes y transformar conciencias es realmente inquietante. Y ya escribí algunos más ("Agua", "Fresco", "Los abuelos", "La felicidad", Vivir del cuento, "Aneto", "El doble", "Cuando la publicidad te deja claro qué tipo de cliente te considera...", "Voto accesible" y este de "La tos"). Me resultan entretenidísimos de organizar y creo que salen divertidos. No sé.
EliminarLo de la programación infantil merecería otro vistazo; las monster high me superan, la verdad.
Saludos.