viernes, 8 de agosto de 2014

La manzana de Troya


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Puedes echarle la culpa al boogie, como hizo MJ con sus hermanos.
Pero tú y yo sabemos que es mejor pensar que todo se debe a una manzana.

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No es que su trayectoria, como elemento de tentación, no fuera conocida.
Aliándose junto a una serpiente, o actuando en solitario.
Ofrecida por una bruja camuflada, como diana colocada por un arquero suizo en la cabeza de su hijo, o iluminando las entendederas de un sabio que descubre la gravedad de dormitar bajo un árbol.
Se ofrece de tantas formas que no se comprende que se siga afirmando que alguien pueda estar sano, como una manzana.

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Y armó la de Troya.
Literalmente.
Peleo y Tetis, tras una historia larguísima que no me pararé en detallar, hartos de sus continuas peleas, o tratando de darles forma, decidieron casarse.
Se ponen a hacer la lista de invitados y. entre tanto dios, semidios, mortal y fauno (que alguno habría), se les olvidó incluir a Eris.
No es que fuera una de esas tías ancianas, solteras, plastas, que avergüenzan a los mayores narrando las travesuras que habían armado cuando eran niños y espantan a éstos embutiéndoles caramelos con sabor a eucalipto.
No.
Era una verdadera pérfida.
La diosa de la Discordia, nada menos.
Molesta como estaba, por haber sido excluida del bodorrio, teniendo que resignarse a fisgar atisbando por encima de la valla, se presentó orgullosa en mitad del convite, en ese momento en el que todos los presentes están achispados, pero cuando ninguno había llegado a rodar por el suelo.
Y, con una puesta en escena tan oportuna, remata su entrada triunfal arrojando una manzana dorada sobre la mesa y, tras dar un taconazo y revirarse, salir con el gesto altivo que sólo es capaz de mostrar una griega.
La manzana llevaba una inscripción: καλλίστη (“Para la más hermosa”).
Con la cantidad de hormonas que se disparan en cualquier enlace de pacotilla, imagínate allí. No es que se lanzaran a por el ramo haciendo una triple pirueta mortal con doble tirabuzón, que también, sino que las que consideraban ser de “este reino, la más bonita”, eran tres diosas: Atenea, Afrodita y Hera.
Que si yo, que si tú, que si tal, que si me queréis, irsen.
Ya sabes.
Un cacao.
Total, que Zeus (el capo de todos los presentes) debe intervenir. Hastiado de las peleas que se organizan siempre, airado porque no le dejan dormitar ni un rato y, teniendo en cuenta que en ese momento jugueteaba con una sobrina a la que había sentado en sus rodillas temía que, si le obligaban a nadar de espalda, se marcara la silueta del tiburón, por lo que apreció de nuevo las ventajas de vestir toga.
En fin, que para endilgarle el muerto a otro, en una nueva muestra de su sabiduría, elige a Paris, un pastor que vivía separado del mundo y alejado de las pasiones humanas, para que sea él quien decida.
Manda a Hermes a comunicarle la noticia.
Las tres diosas, mujeres al cabo, trataron de engatusar a Paris con sus zalameras propuestas: Hera, la esposa del jefe, le ofreció todo el poder que pudiera desear. Atenea le ofreció vencer en todas las batallas en que se presentase y Afrodita, no recuerdo todo, pero algo de sexo tuvo que mediar.

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La historia sigue, Paris rapta a Helena, la hija de Menelao, y se la lleva a Troya.
Enfurecido convoca a Agamenón, Aquiles y otros tantos. Entre ellos está Odiseo, el tipo al que se le ocurrió ofrecer un regalo a Príamo, que supuso el fin del asedio y la muestra de que, para vencer, la sutileza puede ser una buena estrategia.

(((Si recuerdas el duelo –interpretativo– entre Brad Pitt y Peter O’Toole,
ahora sabes cómo se inició el conflicto que les llevó a compartir plano)))

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Si atendemos exclusivamente al aspecto, al envoltorio, dejaremos que algo perjudicial entre hasta la cocina y, cuando nos demos cuenta, será demasiado tarde.

No importa si se trata de un caballo de madera o de una manzana dorada.

Hay que ver más allá de la apariencia.

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AVISO PARA PADRES:

SE INCLUIRÁN CONTENIDOS SUMAMENTE ADICTIVOS
NO DEJAR A LA VISTA DE LOS NIÑOS

(Ni echar miradas a escondidas si supones que
tienes un carácter propenso a las adicciones)


Apple, la que se lleva el mayor bocado a Cupertino, ha iniciado una nueva etapa en su escalada para alcanzar el monopolio con una campaña masiva de anuncios de su último dispositivo: el iPhone 5S.

Lo hacen cojonudamente bien.

Una estética cuidada. Planteamientos de actividades cotidianas. Gusto en la selección musical.

Y un slogan que lo resume todo:


“Eres más poderoso de lo que crees”


Como si mi poder dependiera del nivel de carga de la batería de mi dispositivo.
Como si todas mis aptitudes se resumieran en las apps con las que cargo.

Se alcanza el descubrimiento de que, para los cautivos (la amplia mayoría), lo importante no son los gadgets, sino los desarrollos que, pagando o no, te permiten hacer algo que, antes, eras capaz de hacer perfectamente tú solo (o no podías hacer, pero que tampoco pasaba nada).
Que se convierten en imprescindibles, porque estás enganchado.

Y recuerdas aquella idea de que nadie pagó por el primer pitillo que fumó, el primer trago de alcohol, el primer porro, o la primera dosis. Siempre había alguien que te invitaba (y, muchos, que te incitaban a atreverte a hacerlo).

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Una de las claves de su estrategia global es la segmentación del mercado atendiendo a su comportamiento, y no a su procedencia.
Porque ya han conseguido que todos seamos iguales.
Y empleando una estética molona, concienciada, pretendidamente casual, el mismo anuncio sirve para todo el planeta. Lo que no es casual es el aspecto uniforme de ciertas cosas; la tipografía que intenta simular el trazo imperfecto que da el descuido humano; la extensión del blanco como síntoma de elevación espiritual; la manía de que todos los camareros —y dependientas de tiendas de ropa y perfumerías— deban ir de riguroso negro; que, en una visita guiada a cualquier ciudad del planeta, las mujeres vistan pantalón largo (conocedoras de sus estrías, varices, piel de mandarinas o su lejanía de Brasil en asuntos depilatorios) y los caballeros cincuentones, tripudos, lleven los mismos zapatos y calcetines que en invierno, para pasar todas sus vacaciones en las Bermudas.

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En la forma de trocearnos (segmentarnos), nos consideran targets (objetivos).

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Conocedores de nuestra pereza, nos convencieron de que necesitábamos apps para hacer ejercicio.

Nos llamaron pollos (y gordos) y nos pusieron al ritmo que marcaba Robert Preston (Strength – Chicken fat).

Saben que creemos que tenemos una vena artística, y una soberbia gigante, que nos hace disfrutar intentando hacer música, teatro, baile o espectáculos pirotécnicos. Que molan los Pixies. (Powerful – Gigantic).

Les consta que tenemos sueños, esperanzas y aspiraciones. Se empeñan en manipularlos. E intentan modelarlos, conforme a sus intereses. Hacen que pensemos que construiremos un mundo mejor, más natural y sostenible, gracias a que cuando crezca, podré curar caballos, pilotar aviones, dirigir un equipo de bomberos o enseñar inglés a la mucama mexicana, usando un aparato en el que suena de fondo la dulce voz de Jennifer O’Connor. (Dreams – When I grow up).

O, de forma mucho más preocupante, buscarán llegar hasta mis hijos, intentando convertirme en el camello que les proporcione las dosis iniciales de su cautiverio, apelando a mi paternidad responsable en la que, mientras canta Julie Doiron, les enseño a pintar, a cepillarse los dientes o a hacer las cuentas, mientras los monitorizo con el aparatito que llenará mi vida (y la suya) de sueños. (Parenthood – The life of dreams).

Todo a un clic de distancia.

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Asumo la complejidad de controlar, por completo, una carga. El ejemplo reciente del buque escuela Juan Sebastián Elgramo (en honor del primer marino capaz de circuncidar la Tierra), en el que la Guardia Civil incautó 127 kg. de coca, demuestra lo difícil de mantener impóluta una bodega. Por eso mismo, resulta conveniente extremar las precauciones.

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Es bueno conocer las propias limitaciones. Y ayudar a otros a que modulen las suyas.

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Busco para ello una manzana distinta; una mujer que me fascina desde que la descubrí en su debut de 1996, “Tidal”. Es Fiona Apple, artista poco prolífica, pero intensa y singular, que sólo ha entregado otros tres discos: “When the pawn…” (1999), “Extraordinary machine” (2005) y “The idler wheel…” (2012).

En el último se incluyó una canción, su último vídeo, Hot knife, dirigido por Paul Thomas Anderson en 2013.



La canción facilita la clave:

Si soy mantequilla, él es un cuchillo caliente.

Mis hijos comparten rasgos conmigo y, como yo, son tiernos y blandos como la mantequilla (aunque algunos puedan verme grasiento).
Mientras ellos, los que conocen nuestra debilidad, son como cuchillos calientes que nos destripan, haciéndonos creer que se interesan por nosotros (queriendo engordar nuestra adicción).
Quizá con subtítulos y otras imágenes resulte más fácil de percibir sus pretensiones.

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No sé. No tengo todas las respuestas.
Ni, aunque lo parezca, tengo miedo ante un mundo impredecible.
Pero sé que es bueno intentar evitar la dependencia.
Al menos en lo que verdaderamente es importante.

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Un final para recordar

En 2009 se editó un disco homenaje en el que se recogían canciones del enorme Cy Coleman, cantadas por mujeres: “The best is yet to come”. 13 canciones y doce artistas, porque además de Patty Griffin, Jill Sobule, Madeleine Peyroux, Ambrosia Parsley, Julianna Raye, Sam Phillips, Perla Batalla, Sara Watkins, Sarabeth Tucek, Nikka Costa y Missy Higgins, Fiona repite. En una de las dos es fácil encontrar explicación a una forma tortuosa de hacer las cosas.

Why try to change me now, una canción popularizada por Sinatra.



En el primer comentario al artículo, incluiré mi propia traducción.


8 comentarios:

  1. Soy un romántico
    Por eso paseo bajo la lluvia
    Tengo algunos hábitos
    Que ni yo mismo puedo explicar
    Salgo a la esquina y termino en España
    ¿Por qué tratas de cambiarme ahora?

    Me siento y sueño despierto
    Montones de sueños
    La ceniza de mi cigarrillo
    Esparcidas por el suelo
    Me voy los fines de semana
    Dejando la llave en la puerta
    ¿Por qué tratas de cambiarme ahora?

    ¿Por qué no puedo ser más convencional?
    La gente habla y se queda mirando
    Así que lo intento
    Pero no puede ser
    Porque no llego a ver
    Mi pequeño y extraño mundo
    Va desapareciendo frente a mí
    Por eso, deja que se pregunten
    Déjalos reír
    Déjalos que se molesten
    Sabes que te querré
    Hasta que la luna se acueste
    ¿Acaso no recuerdas
    Que siempre fui tu payaso?
    ¿Por qué tratas de cambiarme ahora?

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  2. Dios mio en un principio blancanieves luego Troya luego el timo de la manzana para acabar con sabor de boca con el sabior de boca de la amarga Fiona manzana. Fiona pese a ser catalogada como otra Tori Amos creo qye desde Tisdal solo ha reclizado albumes geniales pero dificiles . Grandisima compositora

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  3. Preciosa la canción de Fiona - Sinatra. Gracias.

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    Respuestas
    1. Gracias José Luis.
      Nunca sé seguirte la pista. ¿Tienes un blog? Me gustaría echar un vistazo.

      Un abrazo.

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  4. Otro al que le resulta extraño (y agradable) el hilo conductor :)

    Y por añadir algo, justo al final de uno de los párrafos de Apple ha resonado en mi cabeza la frase:
    "Nos conocen mejor que nosotros mismos".

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    Respuestas
    1. Más que estar conectados telemáticamente, lo estamos de forma telepática.
      Y no tengas la menor duda: Nos conocen bien. Por eso resulta tan pertinente cambiar de criterio, de gustos y de rutinas. Escapando de nosotros mismos, seremos inalcanzables.

      Gracias.

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    2. Jeje, es una estrategia, una muy interesante.

      En mi caso, para bien o para mal, estoy tan fuera de la estadística que no les resulto rentable. Es un alivio :)

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