No se puede encontrar en los lugares tradicionales.
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En el vídeo, Wainwright
se escinde en diversas personas que confunden a la bibliotecaria; su amiga Helena Bonham Carter, que sincroniza
sus labios con la canción.
Quizá su búsqueda no debía encontrarse entre sus lecturas sino,
quizá, entre sus (múltiples) lectores.
El
disco se publicó en abril de 2012; el 23 de agosto de ese año, cuatro meses
después, Rufus se casó con Jörn Weisbrodt.
Había
conseguido estar, oficialmente, fuera de
juego.
Parte del talento y de la fascinación que producen algunos
artistas es que no se limitan a un rango que, por conocido, pueda terminar
resultando previsible y cansino.
El grupo de Fort Collins, Colorado muestran su versatilidad
adoptando una denominación que apunta hacia ellos, hacia ti y hacia una de las
estrellas del firmamento helénico, condenado en verano a ser un sorbete con
base de hielo (y forma de cohete).
También evolucionan en su gusto y aparcan el folk de sus inicios. Buscan lograr la gloria con la elevación de su
alma. Brent Cowles (voz y guitarra)
es el principal artífice de un proyecto que completan Tyler Kellogg, Jonathan
Alonzo, Morgan Travis y Dave Cole.
La canción se incluye en la película “Into the Wild”, dirigida en 2007 por Sean Penn, protagonizada por Emile
Hirsch, para la que Eddie Vedder
compuso su banda sonora.
La
película está basada en el libro homónimo de Jon Krakauer, que narra la vida de Chris McCandless, un joven que decide alejarse de la sociedad e
iniciar una búsqueda de sus límites personales, tratando de encontrarlos en la
naturaleza salvaje. Su aventura le lleva a Alaska.
Denuncia
cómo nos aferramos: a nuestras posesiones, a nuestros miedos, a nuestro pasado,
a nuestras relaciones personales, a nuestras ideas.
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En
su viaje, alimentado por los libros que lee (Tolstoi, Jack London, Henry D. Thoreau, Boris Pasternak), por las experiencias que vive y por las personas
que conoce, alcanza el convencimiento de que la felicidad está más cerca de lo
que parece:
“He
vivido muchas cosas y creo que ahora sé lo que se necesita para ser feliz.
Una
vida tranquila y alejada en el campo, con la posibilidad de ser útil
para otras
personas con las que resulte fácil hacer el bien
y que no estén acostumbradas a
que las ayuden.
Quizás algún trabajo que tenga algún provecho.
Y luego,
descansar, la naturaleza, libros, música, el amor al prójimo...
Ésa
es mi idea de felicidad.
Y
para culminar todo lo anterior, que usted fuera mía.
Y que tuviéramos hijos,
tal vez.
¿Qué
más puede desear el corazón de un hombre?”.
Leon Tolstoi
(En “Felicidad conyugal”)
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Que,
para alcanzarla, debemos renunciar: a nuestras posesiones, a nuestros miedos, a
nuestro pasado, a nuestras relaciones personales, a nuestras ideas.
Quizá
no a todo; seguro que a una buena parte.
Porque
aferrarse a lo que sea, en especial a una idea, es incompatible con el cambio.
Y
vivir es un viaje. Y viajar es cambiar.
Y,
como descubre finalmente Alex Supertramp,
“la felicidad sólo es real cuando se
comparte”.