martes, 7 de junio de 2011

David Foster Wallace: Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer

La revista Harper's le encargó a David Foster Wallace un artículo sobre su experiencia en un crucero de lujo por el Caribe. Éste es el resultado: un libro tremendamente divertido (y lúcido) que ve donde otros no ven y muestra donde otros prefieren esconder. Especialmente peligroso para leer durante un viaje turístico o de manera previa a emprender uno. Las rarezas y manías de un observador excéntrico (y Wallace lo es) son fácilmente asumibles por sus lectores (máxime si se comparte algún rasgo caracteriológico con el autor).

8 comentarios:

  1. Lo leí durante el Camino de Santiago, la versión digital en la que también estaban otros reportajes y ensayos. Ahora estoy con "Extinción", cogiendo carrerilla para cuando me atreva, por su extensión y supongo que por muchas más cosas, con "La broma infinita". Es el escritor que más me ha impresionado en muchos años. He leído y visto también algunas de sus entrevistas, lúcidas como era él. En fin, lástima de su muerte.

    Un abrazo

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    1. Es un buen plan: hacer el Camino de Santiago para leer.
      En su momento habíamos planeado hacerlo ella y yo. Cuando finalmente tomé la decisión de hacerlo al año siguiente, decidieron cortar (no precisamente por lo sano).
      Este año me he planteado hacerlo en moto; espero que no me pase nada.

      En cuanto a DFW: he leído cosas suyas. Tengo pendiente "La broma infinita", cogiendo polvo en el estante. Es, sin ninguna duda. un extraordinario narrador.

      ¿Has pensado contar algo de tu Camino?

      Gracias.

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  2. Bueno, lo comenzamos en 2006, en Somport, Huesca, y lo acabamos este año, diez años después. Lo hacíamos en verano, una semana, lo que diera de sí, que solía ser unos 80, 90 kilómetros, en plan tranquilo. Esto del Camino es muy personal, hemos visto personas que lo hacían, aparentemente, por motivos, religiosos, deportivos, económicos (puede ser barato), como entrenamiento, como meditación para decidir cuestiones importantes de su vida, como costumbre (hay quien lo acaba y vuelve a empezar), por estar en contacto con la naturaleza... en fin, muchos motivos. Lo hicimos andando, más de 800 kilómetros. La experiencia es positiva para mí, para nosotros.

    Mirando atrás, creo que la mejor época para hacerlo andando sería a partir del 15 de septiembre, y emplear en hacerlo unos tres meses y medio, e ir mirando y aprendiendo de todo lo que vas viendo y viviendo en el Camino, arte románico, por ejemplo. Pero la realidad es que generalmente se hace en un mes, más bien deprisa y corriendo, porque uno no tiene más vacaciones que esas, y en agosto. Nosotros procuramos encontrar un término medio, a veces lo conseguimos y a veces no. En fin, no sé qué haremos el verano que viene, ya que los últimos diez los tuvimos ocupados en eso, en el Camino, que da mucho de sí, mucho.

    Un abrazo

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    1. Es una idea recurrente: todo viaje implica un cambio; toda peregrinación es una búsqueda de un cambio interior.

      Os sugiero que hagáis el camino primitivo, que pasa por Oviedo (y visitar al Salvador, el patrón de la ciudad). Permitiría también que nos conociéramos. Sería muy agradable.

      Gracias.

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  3. Me ha parecido ver a bastantes personas a las que les interesaba más la salida y la llegada que lo que había en el medio, o sea, el camino. Parece una actitud general, algo que ocurre no solo en el Camino sino en la vida diaria que llevamos. La velocidad a la que nos movemos implica no hacer caso al camino, o tenerlo muy poco en cuenta.

    En invierno solemos tirar para el Sur (el pasado estuvimos en Alcázar de San Juan y alrededores), mientras que en verano solemos ir al Norte, menos este año que con Burdeos y el Camino casi pasamos todo el mes de agosto, pero en años anteriores hemos estado en Santander, y hace tres años, creo, en Gijón, y Oviedo, claro. Mi mujer compró La regenta, de nuevo, y se la leyó entera, y le gustó mucho, claro también. Tengo un amigo que ha hecho el Camino Primitivo y le gustó mucho, también porque no hace el tremendo calor que suele hacer en agosto en Castilla. Ya veremos lo que hacemos, si hacemos algo, el verano que venga.

    Un abrazo

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    1. Yo (((comento esto en bajo que sé que nadie me oye))) me sentí obligado en un par de ocasiones a leer La Regenta. La primera, en el colegio. La segunda, por aquello de la deuda que sentía que tenía con mi ciudad. Debo confesar que entendía aquello de que "la ciudad dormía la siesta", porque fue lo que ocurrió en ambos intentos; que me aburrí como una ostra y me quedé dormido.

      Ya os enseñaré los intríngulis de la ciudad si algún día os acercáis.

      Un abrazo.

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    2. Pues a mi mujer le gustó mucho, de veras. Yo no la he leído todavía. Ese libro, como otros, requiere un esfuerzo, ya lo decía Foster Wallace (me le leído algunas de sus entrevistas, en las que habla también de literatura, algo que agradezco porque pocas veces los escritores hablan de verdad de eso, y yo no entiendo mucho, o no veo más que la parte que flota, ¿flota?, del iceberg).
      Veremos si nos acercamos un día a tu ciudad. La recuerdo con agrado, claro.

      Un abrazo

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    3. Es curioso, tienes razón en eso. En las entrevistas a escritores hablan de política, lo que no entiendo. Una vez leí a alguien decir que desconfiaba de María Dueñas porque, ni en las entrevistas que le hacían, ni en los artículos que firma, habla de ninguna novela. Sólo eso es un síntoma.

      ¿De qué? No lo sé, claro.

      Gracias.

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