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lunes, 1 de mayo de 2023

The Lone Bellow — Honey


The Lone Bellow
Honey

Love Songs For Losers (2022)

New York, New York (USA)

Enlace

Zach Williams, Kanene Donehey Pipkin & Brian Elmquist

*****

Los inicios de esta banda son consecuencia de la parálisis temporal sufrida por la esposa de Zach Williams tras un accidente de equitación. Mientras su esposa se recuperaba, Zach lidió con la experiencia escribiendo en un diario, aplicando la catarsis que, es sabido, supone en ocasiones la escritura. Animado por sus amigos, aprendió a tocar la guitarra y transformó sus notas en canciones. Una vez su esposa se recuperó, se mudaron a NY y, junto a un par de amigos, dieron forma a un trío.

El año pasado publicaron su 5º LP, donde se incluye esta canción.

*****

Cariño, nunca te llamo cariño

A menos que alguien esté mirando

Sé que te vuelve loca

 

Camino en medio de la noche

Donde solíamos ir cuando no sabíamos tanto

 

Cariño, te gusta dejar que llegue la noche

No tienes miedo de estar sola

Sabes que eso me vuelve loco, cariño

Escribir ayuda

sábado, 12 de noviembre de 2016

Fotos (Yonlok)

Santi Alverú, el último bohemio, capaz de convertir el desparpajo en virtud, ha ideado un espacio “para los que les gusta leer”, habitado por un variopinto conjunto de seres humanos a los que “les gusta escribir”.

Como si toda esa combinación de riesgos, asumida de forma voluntaria, fuera una ración pequeña, tuvo la deferencia de invitarme a participar, sin límites ni restricciones.

Él sabrá (que para algo ha estudiado)...

*****

Todo ocurre en Yonlok, un universo a la vuelta de un clic.



Mi primera colaboración se titula Fotos.


El tiempo vuela. Cada vez más rápido. Sin que te enteres. Tempus fugit. Hoy aquí, mañana ¿quién sabe? “Me las piro, Ramiro”. Todo cambia. En un instante. Fugaz. “Hasta luego, Lucas”.


lunes, 23 de noviembre de 2015

Morel de Sal y B. J. Feijoo

Patricia Núñez coordina los talleres literarios de lectura y de creación literaria en las Bibliotecas de La Granja y Villa Magdalena.

Su entusiasmo anima a unos cuantos que, con carácter quincenal, nos juntamos durante dos horas para intercambiar inquietudes y darnos ánimos en los proyectos artísticos, literarios o personales en los que nos embarquemos. Reconocemos que la vinculación es una necesidad arraigada en nuestra especie y, en eso, nos mostramos humanos, sin ambages.

En mi caso, la invitación vino por mediación de mi tía Teté, una mujer entusiasta y cariñosa que, me guarda afecto porque conserva parte del mucho que se profesaba con mi padre. Y, con su característica generosidad, me ofreció acercarme al taller.

Morel de Sal se llama, como el color.

Trabajando sobre cuadros que Patricia nos propone, en los que presenta el contexto de obra y autor, se plantean diferentes ejercicios de creación.

Dado que uno de los ejes del taller se apoya sobre las características singulares de los que acudimos —de las que la única común es, quizá, nuestra inquietud— nada nos apetece más que salir del entorno habitual y acudir a los lugares que Patricia nos sugiere como estímulo para jugar a ser creativos.

El miércoles 18 visitamos el Museo Arqueológico de Asturias, acompañados por Sofía. Estuvimos Moncha, Palmira, Asun, Oliva, Daniel, Yolanda y yo mismo.

Fue una experiencia estimulante.

Debíamos trabajar con una selección de obras, expuestas en el Museo, para, en veinte minutos, escribir un texto que nos inspirara la pieza elegida, sin restricciones.

El resultado fue fantástico: relatos llenos de ficción, de fantasía, de humor, de historicismo, de recuerdos y de búsqueda de transcendencia.

Para documentarnos, el Museo nos facilitó una ficha informativa.
Copio la mía:

Recreación de la celda del Padre Feijoo

“Fray Benito de Feijoo y Montenegro (1676-1764), abad del monasterio de San Vicente en Oviedo, desarrolló una importante obra literaria que simboliza el pensamiento ilustrado español, crítico y defensor de la ciencia, pero respetuoso con la religión y la monarquía absoluta. Esta recreación respeta la museografía de la década de 1950 y contiene objetos mueble que nada han tenido que ver con el personaje histórico. Excepto el sillón, conocido como silla abacial, que pertenecía a los bienes del monasterio, el resto del mobiliario fue adquirido en anticuarios por Francisco Jordá Cerdá director del museo en aquellos años cincuenta”.

Con esos elementos, y la inspiración de la tranquilidad del entorno, escribí un texto, que titulé B. J. Feijoo y adjunto (sin apenas correcciones):

“Dos espacios en uno: el descanso y el trabajo. No hay mucho más en la vida de un monje; como tampoco hay mucho más en la vida de cualquier otra persona.

Hace trescientos años Feijoo decidió recogerse; retirarse de la vida ordinaria y dedicar tiempo y energías a la meditación y el estudio.

Un monasterio. El abandono de lo superfluo para alcanzar la sabiduría en su vida y, más en concreto, en su obra.

Cerró puertas, cerró ventanas, eliminó todo trazo de lo que pudiera ser accesorio, de todo lo que pudiera distraerle.

Era egoísta; quería alcanzar la dicha suprema de un reconocimiento que le llegaría más allá de su tiempo y de su época.

Una muestra de Ilustración; la sabiduría no se encuentra en los vaivenes de la tesitura temporal en que nos toca vivir. La actualidad es efímera (aunque nos neguemos a admitirlo); la verdad es eterna y trasciende nuestra mera presencia.

Encerrarse en una celda para buscar la luz. Ilustrarse por medio del estudio. Viajar estando parado.

Descubrir que se puede viajar sin moverse del sitio.

Recordar que lo importante de un viaje es el trayecto.

Encontrar en el camino que una peregrinación es siempre una búsqueda, que implica una transformación. El viaje cambia a uno. Uno cambia con el viaje. Es un viaje interior.

Siempre se puede viajar, sin moverse del sitio.
Encerrado en una celda.
Buscando el conocimiento y la ilustración.
Los elevados ideales se convierten en motivo de itinerancia.
Sin abandonar una celda: una mesa, una silla, una cama.
Y libros; las ventanas que abren el camino hacia el conocimiento.
Y útiles de escritura; los que permiten plasmar las ideas, para evitar que se las lleve el viento.

Echo en falta ambos, libros y papeles, en la recreación del Museo”.

*****

"Concentrado. Parece que estoy trabajando".

La Televisión Pública Asturiana (TPA) consideró que la actividad reunía suficiente interés como para informar sobre ella.

Una de esas ocasiones en las que la TV muestra guiarse por asuntos de interés público.

Gracias.

viernes, 19 de abril de 2013

Buscando motivos


UNO

El mero hecho de hacer algo no implica que uno sea consciente de lo que hace, de cómo lo hace y de por qué lo hace. Estar inmerso en un frenesí trepidante, del que en parte somos responsables pero que, sin remedio, nos rodea y nos envuelve sin que podamos hacer nada para evitarlo, dota de un sentido insólito a quien, por las razones que fuera, decide pararse y ponerse a pensar.

Eso tan viejuno. Pararse y ponerse a pensar.

No en una escala en la que la reflexividad se hipertrofie y se convierta en patológica (tal como muestra Marino Pérez Álvarez, de forma certera, en “Las raíces de la psicopatología moderna”), sino más bien, de forma esquemática, en el establecimiento de una mediación que sirva de análisis, pausa o sosiego y que impida un encadenamiento instantáneo, tipo acción–reacción.

Normalmente, en caso de producirse, este tipo de reflexiones suelen tender a resolver una pregunta, “el quiz de la cuestión”.

Se busca un por qué.

Es, por lo común, el intento de ofrecer (a uno mismo o a otros) una explicación de los motivos para hacer las cosas de una determinada forma. Una vista hacia atrás, podría decirse, para averiguar qué justifica que se haya hecho algo.

A toro pasado.

A posteriori.

*****

DOS

Paso parte de mi tiempo escribiendo. También paso parte leyendo. Leo libros y leo blogs. De asuntos diferentes, variados, diversos. Que, por la razón que sea, me interesan. En ocasiones picoteo y en otras puedo llegar a obsesionarme.

Cambio de plan o de idea. No tengo rutinas establecidas, fijas, inalterables. Debo amoldarme a los intereses de otros, con los que convivo y a los que, no siempre, concedo mayor importancia que mis propios intereses particulares.

A veces improviso.

Y vagueo mucho.

En ocasiones descubro que determinadas circunstancias concurren simultáneamente e imagino que las coincidencias resultan aleatorias. A veces, creo conocer el motivo de que algunos asuntos se propaguen y que no respondan al azar, sino más bien al exceso de información y a la sincronía que propicia el que todos parezcamos estar permanentemente conectados.

Pero hay también otros temas, cuya recurrencia no se agota en su propia concurrencia, sino que pueden ser tomados como si fueran atemporales.

Escribir, por ejemplo. No recuerdo que nadie me haya preguntado por qué escribo (imagino que tratando de huir de una explicación que intuyen fastidiosa), pero, de forma reciente, he llegado a varios discursos de seres humanos que se empeñan en explicar sus razones para hacerlo.

En parte se deben a las historias de las que habla Carlos González Peón en La Medicina de Tongoy. Yo le considero mi amigo; me entretiene con sus ideas, me atiende si le planteo dudas y, básicamente, estimula mis deseos de hacerme preguntas. Públicamente le agradezco por, en cierta ocasión, ubicar mi encanto, con su taimado juicio, en mi particular exceso. Ya le hice llegar una píldora, absurdamente excesiva, que comprendo que no tiene cabida aquí.

Un artículo suyo despertó mi delirio. Él no tiene la culpa, claro. Pero su mirada persistente a lo que se cocina en la actualidad del mundillo editorial y que la temática de gran parte de los libros se centre, machaconamente, en un mundo autorreferenciado, una visión ombliguil, una metaliteratura del proceso de la escritura, resulta tremendamente cansino.

En el artículo (y en el debate suscitado en los comentarios) se da vueltas a los motivos de un autor; sucintamente los resumo en el uso de la escritura como catarsis.

*****

"Escribiendo" (Foto: Fortimbras)

TRES

Tomando un café, mientras esperaba que un hijo terminara su entrenamiento, escribí lo siguiente.

“Sobre la exasperante manía de buscarle sentido a todas las cosas que se hacen y, una vez encontrado, suponer que es exactamente el mismo que movió a otros, ajenos, completamente distintos, a hacer cosas en apariencia similares”

Busco, en mí mismo, motivos para escribir, y encuentro:

1.      Dotar de orden a un mundo (y el comportamiento de otros) que percibo caótico.

2.      Alejar de mí ciertas preocupaciones interiores que —de no hacerlo— me torturarían.

3.      Facilitar, a los que conviven conmigo, una existencia más llevadera, evitándoles compartir algunas preocupaciones que me asedian.

4.      Propiciar la posibilidad de compartir inquietudes con otros que libremente quieran hacerlo.

5.      Mostrar mis ideas de forma que más personas —e incluso yo mismo— puedan conocer las conexiones que en determinado momento he creído establecer.

6.      Incentivar mi creatividad.

7.      Ocuparme de forma productiva.

En diez minutos he dibujado siete motivos diferentes (algunos opuestos entre sí) que se me ocurren para dejar cosas por escrito... y mostrarlas en público.

*****

Y quiero preguntar: ¿alguien más piensa como yo?

En particular, ¿alguien más cree que la diversidad y la pluralidad —y por tanto que otros tengan opiniones diferentes, incluso contrarias a las propias— debe ser algo deseable y enriquecedor y que debe ser alentado por parte de todos, evitando un mundo gris y monótono, profundamente aburrido, en el que cuando se plantea una pregunta, todo el mundo sabe cuál es la respuesta correcta (la suya) y cree que debe imponer a los demás, a machamartillo, su propia visión reduccionista del mundo?

*****

CUATRO

Plantear preguntas que atienden a la búsqueda de un por qué, despiertan el instinto de justificar el pasado; explicar lo que hemos hecho.

Preguntarse para qué, atiende a razones finalistas, plantea la duda sobre cómo hacer algo, antes de haberlo hecho, intentando establecer un objetivo.

Por adelantado.

A priori.

He escrito este artículo para ayudarme a buscar un motivo finalista, un objetivo para seguir alimentando mi blog (mi ego).

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CINCO

“Todo cambio abre un camino: lleva desde lo cómodo hacia lo desconocido

sábado, 6 de abril de 2013

Atasco


Un viaje y unas vacaciones escolares (claramente mal planificadas) me han impedido pasar de un número que se mantiene redondo.

Leyendo el texto que intitulaba el escrito precedente, se puede imaginar un sentido oculto que nunca llegó a existir. Pero la imaginación es libre y, cuando se espolea por la ociosidad, se obtienen frutos impredecibles...

"Algunas ideas" (Foto: bitzcelt)

En cualquier caso, ando ahora liado, tratando de organizar los temas sobre los que trabajo para escribir un artículo, que se amontonan en desorden en el lugar donde los anoto; un completo caos. Necesito aplicarme una lavativa: trataré de sistematizarlos, apuntando título provisional, resumen sucinto del argumento y estado de la situación en que, en este momento, se encuentra el artículo.

Seguro que me procurará alivio.

*****

De crónicas y de previas. (20/100)

El periodismo (en especial el deportivo) se centra, de forma alarmantemente creciente, en presentar los acontecimientos que van a suceder, más que en analizar, en profundidad, lo que ya ha ocurrido. En determinados medios (radio) o formatos (tertulias) se nota el aumento de la improvisación; una preocupante ausencia del uso del guión como forma de articular (más que encorsetar) los contenidos. Cuando existe (el guión) se utiliza como patrón de lectura. Se propone el uso intencional de las radios amateur como taller para las personas que tienen interés en desarrollar sus habilidades para hablar en público. Y se denuncia, de paso, el abandono actual del medio, más allá de los fines estrictamente comerciales.

El efecto “Rear window”. (90/100)

La película de Hitchcock, “La ventana indiscreta”, presenta, de forma singular, el efecto de sentirse observado (que aprecian exclusivamente los que son, a su vez, voyeur declarados). Un inolvidable resumen visual.

Encapsular. (75/100)

Frente a la formulación más extendida —que presenta a los niños sobreprotegidos como amparados bajo una burbuja— se propone un modelo alternativo, de mayor alcance, articulado en torno a cápsulas. Una revolución conceptual.

Sobre la legitimidad. (10/100)

La eterna discusión, irresuelta en el prisma que dibujan las nuevas relaciones sociales (y el acceso indiscriminado a la elaboración y consulta de información que resulta de las nuevas tecnologías), acerca de quién presenta credenciales suficientes para resultar solvente en el análisis en profundidad. Duelo de titanes (independencia vs. relevancia).

Móviles, NO. (60/100)

Manifiesto ideológico contra el uso extendido (e inadecuado) de los móviles. Propuesta de un entrenamiento asertivo en el uso de la identidad personal (y la propia afirmación) como elemento combativo de adicciones presentes y futuras.

Hablar entre líneas. (10/100)

Una doble reivindicación: desarrollar una cortesía para las nuevas relaciones a distancia / recuperar la búsqueda de la doble intención, la sutileza perdida por la aplastante aparición de la instantaneidad y la literalidad.

Me gusta ser portero (de hockey sobre patines). (1/100)

¿Se puede trasladar a un corto de cine la épica inherente al deporte minoritario y altamente especializado?


Un anuncio de la serie de TV “El mentalista” presenta un acercamiento completamente desenfocado. Cómo mostrar las patrañas ocultas en los charlatanes profesionales.

Sonrisas y lágrimas. (80/100)

Un repaso al musical y a los formatos en que se ha presentado. Y se aprovecha para mostrar una antigua reclamación: la inconveniencia (y las inevitables consecuencias, a largo plazo) del doblaje.

Bagdad Café. (70/100)

Revisión (estrictamente personal) de una película de culto.

Me sacan los colores. (15/100)

Camaleones cambiando de aspecto: Banco Sabadell / McDonalds / Telefónica / Coca-Cola / Banco Santander / Bankia. La caradura de explotar las emociones de la audiencia.

El ventilador. (5/100)

Relato ficticio de las denuncias de un sistema del que NO hubiera tenido que ser partícipe.

El síndrome de Diógenes / Stendhal. (10/100)

Reacciones extremas ante la acumulación excesiva. Desmontando mitos mal asimilados.

¿Predecesor / antecesor? (0/100)

Lugares comunes. (15/100)

La extensión de algunos clichés está próxima a convertirse en epidémica. Se analiza su vida típica y se proponen alternativas para romper el círculo. ¿Por qué decir democratizar la cultura, cuando el propósito es universalizarla?

Alternativas como forma de libertad. (10/100)

La expresión de la libertad individual pasa, necesariamente, por la capacidad de encontrar alternativas viables. Reacción virulenta ante la restricción de oportunidades.

El compromiso. (30/100)

Defensa de una forma (anticuada) de afrontar proyectos vitales.

Natural. (80/100)

Análisis exhaustivo de la idea–fuerza de mayor calado en la publicidad televisiva actual.

Fantasías y fetiches. (15/100)

Incentivando la curiosidad (malsana).

Tratantes de ganado. (10/100)

La vuelta a hábitos abandonados. El apretón de manos. El pago en efectivo. Cumplir los compromisos. Madrugar. Trabajar duro. Recuperando la épica pastoral.

Maldito gurú. (20/100)

Me aburren los que creen que saben de todo (a veces la existencia solitaria puede resultar soporífera).

La vagancia. (25/100)

¿Cómo hacer pasar por creatividad la falta de productividad? Nuevas soluciones para retos antiguos.

Horarios españoles. (10/100)

Cambio de hora, ¿cambio de paradigma? La estandarización evitable.

viernes, 15 de marzo de 2013

300

Un viaje, que no precisaba alforjas, empieza a mostrar exceso de carga.

"300" Foto: worldoflard

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En la batalla de las Termópilas se enfrentaron griegos y persas. Gracias al cómic de Frank Miller y a la adaptación al cine, en la película dirigida por Zack Snyder en 2007, todos los adolescentes saben que el ejército que lideraba Leónidas (Gerard Butler) estaba formado por 300 guerreros espartanos (más otros aliados griegos), que debían pelear contra los persas, mandados por Jerjes (Rodrigo Santoro), una armada compuesta por más de un millón de soldados.


La suficiencia que muestra Leónidas (y su arrogancia) se convierten en la explicación para la aplastante derrota que sufrieron los suyos —más allá de la traición que mostró el paso hacia la desprotegida retaguardia—. Su extraña forma de liderazgo y su valoración de la capacidad de los guerreros, propios y ajenos, se pueden comprender como un negro vaticinio de su destino final.

En el combate dialéctico con los arcadios, Leónidas muestra desprecio por los que, teniendo otro oficio (alfarero, escultor, herrero) son capaces de levantarse y luchar, “por nuestras tierras, por nuestras familias, por nuestra libertad”, reconociendo mérito —y compromiso— exclusivamente a los que, alentados a gritar, son capaces de hacerlo convirtiendo su profesionalidad en un aullido coral.

*****

Afortunadamente, la civilización ha progresado y nos muestra modelos más provechosos de conducta.


Antonio Banderas, en casa, descalzo, en casual wear, te lo explica. Sólo para ti.

“No es lo que tengo; es lo que soy”.

(Aunque su gesto recuerda a Leónidas. Y su tamborileo, más).

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Para este viaje no hicieron falta tantas tazas de café. Pero, sí, paciencia. La de los que se asoman, cuando son convocados, a este espacio, tan carente de orden y de rumbo.

Son trescientos artículos los que hoy se cumplen. Gracias a todos los que me animan y suponen un estímulo para seguir ideando argumentos.

Es evidente que se escribe para saciar una necesidad personal; pero carecería de sentido hacer público las ideas que uno expresa, sin recibir nada a cambio.

La generosidad que me habéis mostrado es la que me permitió llegar hasta aquí y será un estímulo para seguir avanzando. Me resulta difícil prever hacia dónde, porque asumo que fijar un rumbo es determinar una derrota.

Gracias a todos, de verdad.

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Terapia de Grupo fue capaz de adaptar la batalla de las Termópilas y trasladarla a Covadonga, Asturias, la tierra en la que vivo.

jueves, 19 de julio de 2012

La importancia de prestar atención al formato


Me gustan los blogs. No sólo por tener yo el mío —que tenga perro no implica que me tengan que gustar los de los demás—, sino porque me permiten estar atento a lo que hacen otros. Seguir la pista a personas que, libres e independientes, hacen lo que les apetece, del modo que consideran oportuno, sin que nadie les fije límites sobre lo que tienen que hacer —o cómo hacerlo— y lo que no.

Bien mirado, es un reducto de libertad.

"Tú mismo" Foto: vladimix

Sigo unos cuantos blogs. No tiene importancia el número. No se articulan en torno a un tipo específico de contenidos: hay muchas cosas diversas que me interesan. Tampoco estoy cerrado a seguir nuevas pistas: si alguien quiere dejar en comentarios, enlace a algún blog que crea que me puede interesar (a mí o a otros), prometo echar un vistazo.

Algunos de los que sigo, tienen un montón de seguidores; otros, no tanto. Los hay que, a pesar del tiempo que le dedican sus autores, no consiguen alcanzar la repercusión que merecerían.

He visto cosas rebotadas que alcanzaban la condición de viral y he recordado haber leído lo mismo (o parecido) en un blog minoritario, pero mucho mejor contado, o con un enfoque más novedoso o atrayente.

He presenciado defensas corporativistas en las que se restringía la posibilidad de escribir a escritores (como si existiera ese gremio), la de informar a periodistas (como si, en este momento, pertenecer a ese gremio fuera garantía de algo) y eliminar enteramente la opción de investigar, porque eso ya no se estila y ya no interesa a nadie.

He leído de la existencia de un modelo, al que llaman 90-9-1, que recoge los porcentajes de la actividad de los usuarios de internet: 90% asisten como espectadores, sin hacer aportaciones — 9% rebotan la información y, en algunos casos la modifican, aportando valor — 1% crean contenidos.

El modelo presupone, y yo lo he aceptado en la exposición anterior, que sólo se crean contenidos. Es una manera sutil de inclinar la balanza en una dirección y, en esa dualidad que nos acompaña desde hace mucho, primar el fondo (los contenidos lo son), frente a la forma. Y así, los que nos preocupamos, también, por el aspecto, por la presencia de lo que hacemos, en ocasiones somos catalogados con uno de los epítetos más desesperante que me puedan haber dedicado: “eres un formalista”. Al margen de que reconozco que, para quien no atiende a las formas, cualquiera que sí lo haga se convierte en un tiquismiquis quisquilloso incapaz de ser complacido, lo cierto es que debe prestarse atención al aspecto final de lo que uno termina haciendo.

En particular, detecto en el mundo de los blogs (y no sólo en los independientes, que sería más fácil de entender, sino también en los de los grandes medios) una despreocupación por el formato. Esta despreocupación me resulta preocupante.

No haré referencia a la forma de redactar; de alguna manera considero que ese tipo de errores afectan a los contenidos, al fondo del texto. Pienso, más bien, en asuntos de formato; de cómo se presentan los contenidos, de su apariencia exterior. Ya sé que, en estos asuntos, no existe una normativa que haya que cumplir; ni siquiera unas instrucciones generales, meramente orientativas, que constituyan una etiqueta que, por otra parte, en lo virtual, ni siquiera se ha intentado esbozar.

En fin, asuntos tan peregrinos como si se debe justificar el texto a ambos lados, o sólo a la izquierda, el tipo de letra usada, la separación del texto en párrafos y el interlineado entre ellos, la forma de separar secciones de un único asunto, las viñetas usadas en las listas y la sangría en el inicio de un párrafo. Todos son aspectos formales y, no siempre, están resueltos en los blogs que sigo.

En fin. Parece una tontería, pero intuyo que no lo es.

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El pasado viernes (nefasto, a la par que 13), supuso la despedida de Toni Garrido, y su brillante Asuntos propios, en rne. Le sirvió para firmar un editorial que debería ser leído (y estudiado) para entender lo que significa, hoy, un medio de comunicación (específicamente una radio pública). La noticia será conocida: cese fulminante de Juan Ramón Lucas y Garrido con destino todavía sin confirmar. Para quien no se haya enterado, se adjunta aquí el enlace: Gracias.

Es el escueto título del editorial que aparece en el blog del programa y que, para ser precisos, es necesario escuchar. Hay un enlace, (donde está el ►) que abre el archivo sonoro y permite oír la lectura (porque da la sensación que el editorial está escrito y no es improvisado) de un texto que no voy a desentrañar, porque quiero que se emocionen oyéndolo.

Quiero que estas líneas sirvan como homenaje al trabajo bien hecho. El programa Asuntos propios lo era. Un magazine emocionante, entretenido, con colaboradores que aportaban interés y con un Toni Garrido en permanente estado de gracia. Locutor dotado de un profundo registro vocal, que manejaba con sabiduría, empleaba la entonación para conferir énfasis a sus afirmaciones. Destacaba, con sus acentos; cambiaba el ritmo, con su dicción.

Y hacía pausas. Esas pausas, tan importantes en la radio, que sirven como subrayados, que ponen negritas.

Que recalcan y hacen pensar.

*****

Una parte esencial en los actuales programas de radio (que le pregunten a Javier Gallego y su Carne cruda) son los blogs. Sirven para multiplicar el efecto (y los seguidores). Permiten aumentar la influencia (incrementando la audiencia). Facilitan la interacción. Y frente a la instantaneidad de otro formatos (singularmente twitter), dan un cierto carácter de permanencia a lo que allí aparece.

Las posibilidades son tan grandes que cualquiera puede ser capaz de imaginar cómo se le ocurriría aprovecharlas. Se puede prestar atención a todos los ingredientes y convertir al blog en un espacio complementario, aunque dependiente. O se puede pensar que, con sólo transponer los contenidos, está todo hecho.

Es lo que pasa en el blog de Asuntos propios. La vibrante editorial, escuchada en la voz de Garrido, se convierte en un texto ramplón, complicado de leer y que, ni siquiera, está transcrito de forma literal. ¿Por qué?

¿Por qué el texto escrito no corresponde, literalmente, al texto leído?

¿Por qué el texto está mal puntuado, con faltas de ortografía?

¿Por qué el texto se presenta en un párrafo único?

¿Por qué el texto carece de negritas, cursivas, enlaces que faciliten la lectura y la asimilación?

¿Por qué el texto demuestra que se ha cuidado el contenido, pero se ha desatendido el formato?

*****

Recuerdo cuando me trataban de enseñar que “bien está, lo que bien parece”.

*****

En este ritmo presuroso, en el que parece que estamos obligados a vivir, repasar lo escrito, supervisar lo que se ha hecho, se ha convertido —casi de forma fulminante— en una cosa tan desfasada como “revisar las galeradas”.

Releer y volver a leer lo que se ha escrito.

— Quita, quita

*****

Quizá sorprenda que se muestre preocupado por el formato quien se empecina en mantener el rosa como color de fondo del blog. Al margen de que se haya convertido en una seña de identidad (independientemente de aquello con lo que me llegue a identificar), es una gama de colores que permite una lectura cómoda. He leído blogs que tienen el fondo negro, y el texto en blanco, y pasas un rato con las líneas de texto bailando en tu memoria visual.

No es el recuerdo que quiero que se lleve quien se pase por aquí.

martes, 29 de mayo de 2012

Exceso de ruido

Hace poco, un amigo me invitaba a participar en un grupo en facebook que trataba intereses comunes. Me apunté, animado, tratando de aportar mis ideas al debate general y con la intención de escuchar las del resto de los participantes en lo que asumía que podía ser provechoso para todos y estimulante en su desarrollo.

Eso que llaman la colaboración, o la creación distribuida. Para los que les gusten más los términos en inglés: crowdsourcing.

Una idea ciertamente interesante: un lugar (no un foro, sino un ágora) en el que poner en común las experiencias propias y ayudar en la búsqueda de soluciones novedosas.

Rápidamente comprobé que la idea se había deteriorado y que los impulsores del proyecto habían quedado relegados a un segundo plano, superados ampliamente (en número y en actividad) por los que se están erigiendo en protagonistas del proceso de relación digital: los llamados social manager (o nombres parecidos) que, en un intento desesperado para ellos y los demás, lo único que terminan es haciendo ruido.

"Peligro: ruido" Foto: skyloader

El proceso asociacionista es realmente complejo: tratar de aunar las voluntades (diferentes, desde su propia concepción) de personas que tienen voluntad propia y que han querido —autónomamente— liderar su propio proyecto, se convierte en una tarea difícilmente viable. Se presentan varios obstáculos:

1 — El que, sólo, quiere vender su marca (servicio o producto).
2 — El que trata de aprovechar particularmente los beneficios que se pudieran conseguir para todos.
3 — El que busca notoriedad.
4 — El que trata de que el proyecto fracase, porque cree que los avances colectivos le perjudican en lo individual.
5 — El intruso.

No quiero seguir avanzando por esta línea que, dejo abierta aquí, para que, quien tenga interés, pueda encontrar lugares  por donde continuar.


El punto en que me había quedado es que hay gente que provoca ruido. Ya se apuntó en otro sitio una definición de ruido. En mi caso, la abundancia de charla hueca (la que realizan, con exceso de aparato, los protagonistas del nuevo espacio de relaciones, caracterizada por la búsqueda del movimiento continuo, sin ninguna selección; sin filtro), generó una conducta de evitación: dimití (me encanta hacerlo) del grupo y dejé que siguieran su camino, aunque me perdiera cosas interesantes que pudieran tener valor para mí.


Escribo esto cuando me acabo de levantar dándole vueltas a estas ideas. Por la dedicación (buscada y voluntaria) que le pongo al blog, me pasa a menudo. Me despierto, porque trabajo en algunas ideas. Gracias a un maestro he entendido que lo que me preocupa no es el pasado, lo que no me convierte en rumiante y que, al ocuparme de cosas externas a mí (y con una finalidad orientada a otros), no me provoca ansiedad por el futuro. Algo parecido.

Pero en mis divagaciones he llegado a una conclusión demoledora: soy, para algunos, lo que otros son para mí.

Y ahora, como si esto fuera el final de Sospechosos habituales o El club de la lucha, las piezas empiezan a encajar. Recuerdo los mensajes y las palabras, los comentarios y los hechos, desde una perspectiva diferente.

Ahora me doy cuenta de que el que hacía ruido era yo.


También recuerdo cuando empecé y me puse un plazo. Primero eran cien entradas, luego llegar a cumplir un año.

Ambos plazos se han cumplido. He estado mirando el blog, lo que he avanzado hasta ahora.

Pero no sé cómo quiero seguir. Y quiero tomarme un descanso para saber qué hacer.

El año ha sido increíble para mí, pero no quiero convertir el resto de mi vida en una repetición sin sentido de lo que una vez hice y me gustó.

De momento, lo dejo.

viernes, 4 de mayo de 2012

To ‘tweet’ or not to ‘tweet’

Necesito ayuda.

Tengo que confesarlo pronto.

Guardármelo dentro no servirá para nada.

Necesito ayuda.


— Hola, me llamo Alberto y no sé usar el twitter.

— Hola, Alberto. Bienvenido.

— Gracias.

— Cuéntanos más.

— Pues, ..., he abierto una cuenta en twitter: @ComunSinSentido y no sé qué hacer con ella. No sé para qué me puede servir.


Y aquí es dónde espero recibir ayuda de quién esté leyendo. Indicaciones de qué puedo hacer en twitter. Todo el mundo lo usa, todos se siguen unos a otros. Yo, hasta ahora, lo único que he hecho es retuitear —creo que se dice así—, los artículos que he ido escribiendo.

¿Eso es todo lo que puedo hacer?

Esperando que lleguen respuestas, trataré de pensar qué podría llegar a hacer y qué consecuencias me podría acarrear.

"Tuit-tuit" Foto: shawncampbell

Por su instantaneidad, temo convertirme en un delator.

Por su brevedad, me preocupa la superficialidad.

La preocupación por la repercusión, puede sacar a la luz mi lado oscuro.

Andar retuiteando, ¿hará parecer que me repito? ¿que me repito?

Andar siguiéndonos unos a otros, ¿no nos llevará a todos al mismo sitio?


Yo sólo quiero tener algo que, más tarde, pueda querer recordar.

miércoles, 25 de abril de 2012

Recapitulando sobre el día del libro

Con dos días de retraso, me propongo comentar el día del libro; esa fiesta que organiza el sector y que, tradicionalmente, ha tenido como centro de la celebración un objeto, el libro.

El sector está sometido a grandes tensiones que redundarán en profundos cambios. Nadie parece saber hacia dónde se moverá. La actitud ante su fiesta gremial no hace más que inspirar desconfianza en que hayan encontrado las claves para una transformación provechosa.

Uno tiene la sensación que la adoración hacia un objeto es un atavismo, como ya apunté en otro lugar.

Al centrarse en un objeto, tiene un importante componente fetichista. Se olvida, repetidamente, que lo importante es la acción y no el objeto.

El afán de protagonismo de algunos de los actores (necesarios, pero secundarios), convierte a los intermediarios —editores, distribuidores y libreros— en anfitriones que tratan de robar el protagonismo de las dos partes destinadas a encontrarse: escritores y lectores.

Si se entiende que la escritura es una actividad dirigida a otros, se establece una relación de servicio en la que el escritor es el proveedor y el lector, el cliente.


La transformación debería cumplirse —y lo hará de forma satisfactoria si se articula entendiendo estas claves— que los protagonistas son los actores y, de ellos, los principales los lectores, los clientes que soportan toda la actividad económica implicada.

"Leyendo" Foto: BrittneyBush

El mejor síntoma sería que en 2013, se hablara de la fiesta de la lectura; ésa sí que está pasando una crisis.

Esa incierta edad [el libro]

A veces tengo la sensación de que llevo toda la vida escribiendo este libro. Por fin está terminado. Edita Libros Indie . Con ilustracio...