martes, 18 de noviembre de 2014

El secreto (Lotería de Navidad 2014, III)

La Envolvente sigue desplegando su lazo. En este episodio, mostrará un secreto.


En la vida de un barrio, ciertas personas se convierten en un centro de gravedad permanente.
Durante años, estuve convencido que eran los panaderos quienes cargaban con ese honroso privilegio.
Antes, quizá lo fueran los quiosqueros, pero en este nuevo mundo virtual, son cada vez menos necesarios.
Cobran mayor presencia los farmacéuticos, en una sociedad que envejece y se medicaliza.

Pero, y esto no es ningún secreto, siempre fueron comerciantes los que ejercían esa labor.
Los que veían crecer a los niños, haciéndose adolescentes y, más tarde, adultos.
Los que escuchaban las preocupaciones ajenas.
Quienes tenían que estar, día sí y día también, al pie del cañón, asumiendo que un mundo cambiante, en el que se apoyaba a los grandes y se abandonaba a su suerte a los pequeños, era un mundo crecientemente injusto.
Aquellos que sabían que su importancia derivaba de su presencia y su proximidad.
Porque las cosas importantes se tocan y se sienten cerca.
Porque la relevancia radica en el estar, más que en el ser.

*****

El secreto



*****



Debo admitir que la señora resulta simpática, pese a sus inexplicables hábitos. Se retoca el cardado ante el espejo, en combinación, y llama a Horacio, sin haberse dado cuenta que éste ya se ha ido.


La camiseta que le pedía a Horacio estaba previsoramente dispuesta a su lado, encima de la cama, a la vera de la cómoda donde da los últimos ajustes de peinado y pintura.


Cariñete la contempla atónito. Sólo mueve su cola. Nunca deja de darle sorpresas.


Como ahora. ¿No ha terminado de arreglarse el pelo?


Y, entonces, ¿por qué se pone la camiseta después?


No sólo eso. También se ha puesto un turbante. Para, ya completamente arreglada, venir a darme de comer. Yo se lo agradezco, claro, pero creo que hace las cosas en completo desorden.


En todo caso, siempre es amable conmigo. Me guste más mi nombre, “Secreto”, que ese epíteto que me dedica: “Cariñete”. A mí me suena condescendiente, pero se lo acepto gustoso porque me da comida hasta que me pongo tibio y me deja afilarme las uñas en el sillón orejero que usa Horacio.


La señora sale a la calle y despliega su conocimiento enciclopédico del barrio. Saluda a todas las Natalias que pilla el paso. Le comió la tostada a la abuela de la Tahona, antigua pretendiente de Horacio que, tras el rechazo, se encerró tras las cortinas de su escaparate y perdió la posibilidad de ser el eje del vecindario.


Horacio es gnomo y, entre ambos, tienen montado un suministro de décimos y gorros de Papá Nöel, que no se lo salta un reno, por mucho que lleve la nariz roja y diga llamarse Rudolph. Antoñito, que es un ingenuo y vive en la parra, no sabía nada del trapicheo de la que Chelo, la provecta mujer, era camello. El traficante es Horacio y, su mujer, su tapadera.


“Sabes lo que te digo: que este año molaría que mostrase la camiseta. ¿Organizamos una fiesta de camisetas mojadas para la Nochevieja, en el bar?”

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Estoy convencido que en la Asociación de Administraciones de Lotería, si es que existe, están encantados con el protagonismo que se la ha concedido a esta singular mujer.

Una comerciante, por mucho que su comercio sea el juego.

Pensándolo bien, sólo falta la estanquera para completar el trío más perseguido durante la “Ley seca”: alcohol, juego y tabaco.
Actividades que en muchos sitios se consideran ilegales pero que, aquí, en nuestra querida España, son una importante fuente de recaudación.

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Volviendo al anuncio: si la labor de Chelo, la lotera, es tan importante:

[[[Reto a que alguien me muestre una escena de la campaña completa, donde se vea a Chelo o su camiseta.
Y le regalo un décimo.
O le invito a ver repetido el vídeo de la décima]]]

¿Por qué los creativos de la agencia se empecinaron en mantenerla en secreto?
¿Por qué ha quedado reducida a actuar como intermediaria (o agente)?
O, si no te ha caído bien, como una chismosa y cotilla.

¿Por qué el lugar del que hablaba Battiato,
el centro neurálgico de la Envolvente,
es el bar de Antonio?

*****

Más que un secreto, es un verdadero enigma.

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Otros episodios de la campaña:

Episodio 2 – Si tú supieras
Episodio 3 – El secreto
Episodio 4 – Beautiful
Episodio 5 – Dilo bien
Episodio 6 – Llamada
Episodio 7 – Carpeta
Episodio 8 – No siempre se gana
Episodio 9 – No la pierdas
Extras – Traca final

Un descanso —orinar, fumar un pitillo, echar la siesta— y la función continuará.


Si tú supieras (Lotería de Navidad 2014, II)

La campaña de la Lotería de Navidad avanza.
Tras el bar de Antonio, donde El mayor premio es compartirlo, una segunda entrega se centra en un recinto cerrado.


Una pareja baila, en la intimidad de la cocina.
¿Son moradores asiduos del Hotel en el que Jack Torrance permanecía atrapado para siempre?
Ya sabes.
Jack Nicholson, Shelley Duvall, un niño médium, Stanley Kubrick, “The shining” (“El resplandor”), 1980.
Allí también bailaban (y bebían) eternamente.
El tiempo parecía no avanzar.
No había preocupaciones.




*****



La luz verde, en serpentín, era una pista. Una botella abierta y dos copas flauta. Una pareja baila. No sabemos quiénes son. Aparentan felicidad.



Ella, Verónica Forqué, le rasca en el sitio donde, ayer mismo, él le decía hasta dónde estaba de ella. Aunque ya se sabe que el tiempo da y quita razones (como aligera coronillas masculinas de peso capilar).


La niña llega de la calle. Lleva un inmenso cartapacio azul y un tubo para llevar planos. Es evidente que su vena artística la descarta como autora del adorno navideño de la cocina, con espumillón verde rodeando el microondas y encima de la panera.


“Menudo día llevo”. Son las diez y veintisiete. De la noche. No hubiera podido decirlo si fueran de la mañana. Sus padres llevan diez horas bailando y bebiendo. Son inmunes a la adolescencia programada.


Belén Rueda no ha madurado. Lleva fatal lo de compartir coche con su hermano.


Arturo Pérez-Reverte, ahíto tras bailar (como una peonza) y beber (como un trompo) es capaz, por primera vez en años, de ahorrarse el improperio que le pasa por la cabeza y piensa para sí: “cosas de chicas”.


“Y, lo peor de todo, he tenido que ir en metro, como si fuera una paria”.


“¿Qué quieres? ¿Un teléfono móvil? Ni que fuera por pasta. Si tú supieras. Mamá te dejará su pelliza de la suerte”.

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El niño, que ya se mostraba obsesivo andando en triciclo durante el rodaje de la película, ha tuneado el coche y, con su dedo parlante, le dice nones a su hermanita.

Los padres, con el virus de la ilusión inoculado, creen que podrán parar las discusiones entre hermanos, acallándolas con un soborno.

“¿Cuál es el mejor premio?”.
“Compartirlo”.
“Pues toma, un coche nuevo para que ya no tengas que compartir el viejo con tu hermano. Y un teléfono móvil, que hemos aprendido las estrategias de los bancos, dándote más de lo que habías pedido”.

*****

Posiblemente, lo de que el mayor premio es compartirlo sea, simplemente, un eslogan. Quizá haya que buscar otra motivación.

Puede que haya un secreto, una forma un poco más compleja para resolver los problemas que disolviéndolos con dinero.

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La campaña sigue:

Episodio 2 – Si tú supieras
Episodio 3 – El secreto
Episodio 4 – Beautiful
Episodio 5 – Dilo bien
Episodio 6 – Llamada
Episodio 7 – Carpeta
Episodio 8 – No siempre se gana
Episodio 9 – No la pierdas
Extras – Traca final

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Continuaremos dentro de nada. Seguid viendo la TV.

lunes, 17 de noviembre de 2014

La envolvente de Navidad

Todos hemos visto el anuncio. La campaña de la Lotería de Navidad empezó a emitirse el miércoles 12 de noviembre. Y estará machaconamente presente hasta el 22 de diciembre, el día del sorteo.

Es una campaña. Marketing de guerra. Su objetivo es evidente: asaltar el bolsillo de los españolitos de a pie. Ni Felipe, ni Mariano, ni Rato, ni Pdro Snchz, ni Pablo Iglesias, ni Sánchez Gordillo, ni Messi, ni CR7, ni Olga María Henao, ni Isabel Pantoja (por poner sólo a diez) necesitan hacerse con un décimo.

Pero tú, seguramente, sí.

Así que debes tener cuidado. No son tus amigos. No tienen escrúpulos. Y, por mucho que (todavía) no respondan a intereses privados, están locos por tu pasta.



Vale.
El spot es bueno.
Está en boca de todos.
A favor o en contra.
Han conseguido su propósito.
Ha polarizado a la audiencia.
Sin término medio.
O te gusta, apasionadamente, o lo detestas.
Puede que te emocione hasta hacerte brotar lágrimas.
O que hayas intuido parte de la trama.
Pero no te ha dejado indiferente.

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Aquí puedes verlo, [si eres del planeta klingon y no lo has visto aún].





¡Qué bonito todo!, ¿verdad?
O quizá sólo sea la fachada.
Tal vez, rascando un poco, será posible encontrar la trampa.
El truco.
El señuelo con el que captan tu atención para que no veas cómo te despluman.
El principio básico del trilero.
Centrar tu mirada en una de sus manos; es la otra la que está metida en faena.

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Jon D. Domínguez es director de fotografía y fue el responsable de tal tarea en la confección de la maqueta para presentar al concurso que la agencia Leo Burnett ganaría y que, en una práctica común, haría sin cobrar, a expensas de ser contratado para la producción definitiva. No sería así. Da su versión en un blog creado ah hoc.

Afirma que el spot es “tierno, emotivo, bonito, y técnicamente impecable”.
Es su valoración, no la mía.

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Estoy más de acuerdo con quien sostiene que, por alguna extraña razón está ambientado en Berlín en 1989, quizá coincidiendo con la actuación de David Hasselhoff, buscando la libertad, empleado como ariete para el acoso y derribo de un muro ignominioso.

He leído la versión del director, firmada por un tocayo del titular del bar.
Plausible.

Y cientos de interpretaciones variopintas para este singular fenómeno.

Así que tratar de dar una nueva visión es un reto complejo.
Los que molan de veras.
Allí voy.
Espero que tengas un poco de tiempo

*****

Antes de empezar, hay que situar el contexto.
Quizá no sea Berlín. Y seguramente no es 1989, pero no es la España en la que yo vivo.
Y no son, desde luego, humanos los seres que pueblan la pantalla.
Tendré que demostrarlo.

Deconstruyamos.

Vamos con Manuel y Antonio, protagonistas de la entrega.

*****

Manuel mira por la ventana.
Los ojos vidriosos.
Su mujer le habla.
Se vuelve.
Está en casa.
En el salón.
Es su hogar.
Una lámpara y un par de cuadros.



Ambos cuadros representan el paisaje que se ve desde la ventana, en su lugar de origen. Como la colina del Windows 98. La lámpara esconde diversos prototipos, reducidos a escala, de las naves interestelares en las que suelen viajar. ¿Recuerdas “MIB”, con Will Smith y Tommy Lee Jones?


Un barómetro en la pared. Mis abuelos tenían uno igual. Y la pared del salón chapada en madera.


Una vespa blanca. Mi tío tenía una igual.


En los bajos del portal de la casa de Manuel hay, ¡abiertos!, dos establecimientos: uno, “Muebles de cocina”; el otro, “La Tahona de la abuela”. El segundo tapa el escaparate con cortinas, mientras a la puerta hay aparcado un carrito de carga (de madera) y una señora charla con la transportista de un bebé. Ambos locales sobreviven a pesar de la expansión sueca, el intrusismo de GG SS, o la proliferación de franquicias. También se veía un local con un escueto cartel que reza “Flores” y otro par que no he podido identificar. A pesar de la hora (recordemos que es por la mañana; acaba de producirse el sorteo), las luminarias están a todo trapo. Examinando la fachada del edificio no se vislumbra ni un solo Santa Claus trepador.


Un comerciante se ha gastado una pasta en ambientar su local, con lucecitas colgantes, un abeto cargado de adornos, un árbol seco que ha forrado por completo, un par de guirnaldas y una corona mortuoria que, por decencia, ha cubierto de blanco. El cristal esmerilado y un esmirriado cartel de Feliz Navidad (recortado a mano) no dan pistas de a qué demonios puede dedicarse el sujeto.


Las muestras de la procedencia alienígena de los moradores del terruño, se van multiplicando. Una bicicleta, sin amarrar, está a la izquierda…


…y otra se ve a la derecha, también suelta. Posada junto a un banco, coronado de lucecitas que tapan un muro y se iluminan sin necesidad de estar enchufadas.


El Bar de Antonio tiene un ambientazo de aúpa. Parece el día de la final contra Holanda. Sólo que ahora está lleno por dentro, pero también por fuera. Ha llegado la prensa y se ve el corrillo jaranero a que estas situaciones jubilosas conducen siempre.


Cómo han llegado hasta allí es difícil de explicar. La toma cenital muestra que la furgoneta de la TV (con la paellera encima) ha dejado escapar un sitio más cercano a la puerta del local y se han tomado su tiempo para maniobrar y aparcar de culo, sin rodadas impresas en el blanco manto. Además, pese a bajar precipitadamente, sin tiempo para cerrar la puerta corredera, no han dejado huella en la delatora nieve. Ni siquiera el propio Manuel, que debería ir contrito, arrastrando los pies, deja más marca que la del pie que acaba de levantar. No vale la excusa de que está nevando; cae un poco más que la caspa de Torrente alborotándose el pelo.


Se ve que los hombros de Manuel están limpios. Y se ven todos los detalles, porque es fácilmente perceptible que la jamba de la puerta presenta desconchones que deben ser reparados.


Una tropa salta y brinca. Antonio ha tenido tiempo de desempolvar las copas y sirve champán (es patriota y partidario del boicot al cava). Entre una grey, que se viste con tonos pardos, se aprecia a una mujer, con pelliza (mi prima tenía una igual, estilo McCloud), recibiendo un beso. También se ve un tipo que se cubre con sombrero (recuerda al padre Merrin, Max Von Sydow en “El exorcista”) e inicia un gesto cómplice. Y una jovencita con gorro de lana embutido. Otro lleva un jersey de campo, color berenjena, con trenzas en las mangas. En el bar hay ambientazo (y tufo a sobaquina).


Comparten el mismo plano un joven con chaqueta verdiblanca (estilo Starsky), un abuelo con chaqueta gris, bufanda y boina (remedo de Paco Martínez Soria) y tres jóvenes que, pizpiretos, lucen gorro de Navidad, pese a estar a 22 (día; los grados irán subiendo y el termómetro del local estallará).


Antonio trae una cara de satisfacción que no le cabe en el cuerpo. Singing Fish asoma su boca cantarina; tenerlo ahí colgado era un signo premonitorio. La caja registradora manifiesta que no estamos en 1989. La báscula de aguja (analógica) parece fuera de contexto. El calcetín y la bola contrastan cromáticamente con la camisa a cuadros del jefe y el abeto casero (una nota retro). Mínimamente asoman y se vislumbran las bolas que el buencha se ha arrancado, para mostrarlas como colgajo, a modo de trofeo. ¡Qué güevos!


Antonio tiene la capacidad de multiplicar el vino (aunque sea blanco y de aguja): pese a que un montón de copas se ven llenas en la barra, en perfecta formación, varios de los presentes trasiegan de la suya. Un tipo, de aspecto siniestro, contrasta con el ambiente festivo, aunque se esconda al fondo de la barra; lleva camisa blanca, chaqueta y corbata oscuras y se le intuye un aire de estar fuera de su ambiente habitual. Ha reemplazado súbitamente a la joven del gorro de lana. El barman no se despista y sirve a Manuel su cafelito. Un fotógrafo inmortaliza el momento.


Una chica mulata, rizosa, con chaqueta lavanda (la sobrina de Bob Marley) salta y sujeta una botella en la mano diestra. A su lado, una mujer dada a vestirse en una tienda especializada en caza y pesca, hace evidente lo difícil de estar en ese bar con la cabeza descubierta.


El despipote va tomando carácter épico. Las copas desaparecen de la barra. El tono festivo hace que el padre Merrin se descubra y esboce un guiño que parece una sonrisa. No se sabe de dónde aparece otra mujer, tocada con un Fedora.


Manuel se da la vuelta. Cree que le han tocado el culo. Una rubia y uno que se hace pasar por Craig David, disimulan y mueven la mano: “pío, pío, que yo no he sío”.


El mosqueo de Manuel va in crescendo. La borla de la chica bailarina que tiene al lado casi le da en el ojo y, para más inri, recuerda la gorra de chulapo que olvidó ponerse y que le haría sentirse más integrado.


Manuel quiere pirarse. Pide la cuenta. El camarero emplea el método vasco para cobrar pintxos y, en lugar de contar palillos, cuenta copas. “Veintiuno”, afirma ufano, como si estuviera jugando al blackjack. Su capacidad para hacer aparecer copas parece casi mágica. El fotógrafo tira fotos, pero no pilla al prestidigitador que hay bajo el mandil burdeos. La mano siempre es más rápida que el ojo.


Ni Bárcenas. Aparece un sobre y el café se mantiene intacto. El confeti cubre parte de la barra. En la mano de Manuel se marca una vena.


Manuel no aguanta. Asoman sus lágrimas (y sus dientes).


12:27. Manuel ha salido a chupar cámara y alcachofa amarilla de TV4. Detrás suyo, una chica agita un papelito de pega (se ve que el reverso es prístinamente blanco). Su amiga, con gorro navideño, se agarra con dos manos y es seguro que, en breve, deberá poner a prueba el antiprincipio de Arquímedes: “dame un punto de apoyo y conseguiré que el mundo deje de moverse”.


Aparece su mujer. No desde la derecha, como vimos que hacía Manuel. Ella llega desde la izquierda. O ha hecho un requiebro o le costará dar explicaciones a un Manuel que, a estas alturas, no siente la sangre en el cuerpo. Una mujer de mediana edad dedica la mejor de sus sonrisas a la cámara (y a toda España).


Antonio por fin ha salido. Los tres gnomos bailan felices. Manuel y su mujer se abrazan. La reportera menos dicharachera de la historia de las retransmisiones en directo sigue con su interminable cháchara.

*****

La primera (mala) noticia es que para no saturar al público, han preparado una campaña envolvente. Son 9 (nueve) anuncios. Seguramente los irán dosificando. Pero he podido capturarlos todos.

[El Doctor Ugur Yansel no podía soportar la visión de pies con pedicura francesa. Participando en la TV turca repitieron tantas veces la imagen que terminó sufriendo uninfarto.
Pese a estar hablando de cómo prevenirlo.
Con este aviso, las consecuencias de la exposición a los vídeos que vienen a continuación, corren de tu cuenta].

Y, a partir de hoy, serán analizados.

Episodio 1 – El mayor premio es compartirlo
Episodio 2 – Si tú supieras
Episodio 3 – El secreto
Episodio 4 – Beautiful
Episodio 5 – Dilo bien
Episodio 6 – Llamada
Episodio 7 – Carpeta
Episodio 8 – No siempre se gana
Episodio 9 – No la pierdas
Extras – Traca final

Seguimos tras una pausa.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Uno de 50

Pasan los años, como en un suspiro.
Repentinamente te percatas que has superado la cuarentena.

Me he convertido en “uno de cincuenta”, la categoría que incluye a hombres (“uno”) maduros (“de 50”).
Nada hace suponer que por ello deba ser más sabio, interesante o responsable.


Al fin y al cabo, es sólo un día más y el cambio es casi imperceptible.

Pese a que resulte inevitable dar mayor relevancia a ciertos pequeños detalles que llenan de gozo la vida.
Disfrutar de un café, a media mañana, por el mero placer de pararte y pensar.
Encontrarte a un amigo y charlar un rato.
Alguien se acuerda de un momento en el que, por lo que sea, te guarda en su memoria y quiere compartirlo.
Una canción o una lectura, recomendadas, que dejas que te atrapen y te seduzcan.
Una foto olvidada que aparece en el fondo de un cajón, escondida entre las hojas de un libro, como un calcetín desemparejado.

El tipo de cosas que un día como hoy me encantará recibir. Y que agradeceré.

*****

Esta semana he visto dos películas que debería haber visto hace treinta años.

Una, Koyaanisqatsi, dirigida por Godfrey Reggio en 1982, acompañada por música de Philip Glass, que se convertiría pasado el tiempo en la primera parte de una trilogía. El tipo de cine que mis amigos no me querían acompañar a ver.

La otra, “Karate Kid”, con Pat Morita y Ralph Macchio, de 1984. No sé cómo lo conseguí pero hasta hace dos días había sido capaz de evitarla.
Sorprende sobremanera la transformación en los gustos musicales y estéticos, al igual que cierto costumbrismo rancio que me niego a detallar, pero me aturde ver que he caído sin remedio en la trampa simplista de hablar a mis hijos comiéndome los artículos y moviendo dextrógiramente mi mano derecha, mientras la izquierda lo hace de forma levógira, repitiendo (y resultando cansino):

Hay ciertos rasgos contradictorios que conviven en mí; han dejado poso y deseo que permanezcan.

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Muchas gracias.

Mi círculo de amistades de expande y se consolida, aunque haya veces que pueda sentirme sólo o tenga ganas de renunciar.



“Cuando era joven me decían: ‘Ya verás cuando tengas cincuenta años’.
Hoy tengo cincuenta años y siento que aún no he visto nada”.
Erik Satie


martes, 11 de noviembre de 2014

“Verde agua”, de Marisa Madieri

“La profundidad del tiempo es una reciente conquista mía. En el silencio de la casa, cuando durante la mañana me quedo sola, reencuentro la felicidad de pensar, de recorrer el pasado adelante y atrás, de escuchar el fluir del presente. Es algo que pocas veces me había pasado antes. Después de una infancia satisfecha y sin problemas inmediatos, una adolescencia pobre e introvertida y una juventud empecinada, he llegado a una madurez en la que las cosas y los acontecimientos parecen tener un ritmo más lento, que permite la reflexión. Del mundo del trabajo, con los chicos ya bastante crecidos, he sido devuelta a la libertad de mi casa y de mis días. En el humilde y variado trabajo cotidiano, los pensamientos pueden aflorar, organizarse, clarificarse. El tiempo, antes casi sin dimensiones, reducido a mero presente debido a una vida apresurada, acosada por un turbión de obligaciones, de alegrías robadas y de preocupaciones, ahora se despliega en horas livianas, se dilata y se arrellana, se puebla de resonancias y recuerdos que poco a poco se recomponen en forma de mosaico, emergiendo en pequeños remolinos de un magma indistinto que, durante largos años, se ha ido acumulando en un fondo oscuro y desatendido”.

“Hoy no me encuentro en armonía conmigo misma y desearía poder alejarme de mí. Les he faltado a mis hijos; he hecho que se sintieran mal con un arranque de impaciente y agresiva estupidez. A veces el viento de la gracia sopla tan lejos de nosotros que nos volvemos malos y torpes incluso con las personas que más queremos.
No he escondido mi mortificación y ya me han perdonado. Los hijos, con frecuencia, saben ser más comprensivos y maduros que sus padres.
Algunas veces me siento incómoda en el papel de madre; me siento inepta, me parece que educo de forma descuidada, que hablo poco, que dejo escapar en vano estos preciosos años de convivencia con mis hijos, ya tan mayores. Los miro y los encuentro amables y guapos y pienso en el vacío que dejarán en mi casa cuando se vayan. Los miro y me parecen aún indefensos y quisiera poder asumir la carga de dolor que la vida les reserva, a ellos como a todos. De algún modo, me siento responsable de su felicidad y me pregunto si han recibido las armas y los instrumentos necesarios para hacer elecciones conscientes, para ser aguerridos en las pruebas, fuertes en las desilusiones, generosos en el éxito, para amar y vivir en el significado”.

“Vivo como siempre he deseado poder vivir: el amor y la existencia compartida, los hijos, la casa y tantos afectos dentro y fuera de ella. Qué importa si he trabajado mucho, si el mal vino y se fue, si alguna nube ha turbado mi horizonte sereno, si los años pasan veloces”.

“A la abuela Anka le gustan las cosas y los hechos, que permanecen. Por eso no teme el transcurrir del tiempo, que arrolla solo a los individuos”.

“Cuando las personas que me conocieron antes de que dejara la enseñanza, que sin embargo me gustaba, me preguntan “qué es lo que hago todo el día”, me resulta difícil explicar en pocas palabras, sin caer en la retórica, que el objeto de interés de mi comportamiento actual está en el límite entre la vida y la muerte. Así que por lo general justifico mis días hablando de mis hijos, de los viajes que tengo la suerte de realizar con Claudio de vez en cuando, de las clases de informática a las que asisto hace dos años para aprender a usar el ordenador que hemos comprado, y no digo nada acerca de mi desconcierto cuando un niño no puede ser salvado o de la alegría que siento cuando a otro le es concedido, por amor, permanecer entre nosotros, y hacernos sentir menos solos en esta aventura terrena”.

“No siento tristeza, solo gratitud. Si he regresado a Ítaca, si en los largos silencios de mi vida han resonado por un instante las notas del vals que los planetas y las estrellas, tan relucientes esta noche, danzan en la odisea de los espacios, siento que debo dar gracias a una multitud de personas, incluso a las que he olvidado, que al quererme, o simplemente al estar a mi lado, con su presencia fraternal no solo me han ayudado a vivir sino que son, quizá, mi vida misma”.

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Un charco en el que chapoteo con frecuencia, me mostró una madura reflexión. Estoy agradecido a Molinos por su inmensa generosidad.

Y mi amiga Tere me animó a zambullirme en un libro precioso, de imborrable recuerdo. Gracias y besos, muchos.

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El libro de Marisa Madieri, editado por Minúscula, se corona con un emocionante escrito de Claudio Magris, viudo de la autora.

Uno de esos libros que ayudan a desear ser mejor persona.


lunes, 10 de noviembre de 2014

Las cifras de Rajoy

Resulta complicado imaginar nada más aburrido que un político, gallego, tratando de andarse por las ramas, eludiendo hablar de lo que todo el mundo espera, soltando ráfagas de cifras, como si usara una metralleta, para defender el búnker del asedio al que ellos mismos han concedido someterse.


Todo ocurrió el pasado martes, 4 de noviembre, en el Auditorio de la Diputación de Alicante, donde la alcaldesa Sonia Castedo se saltaba el protocolo (no el del ébola) para hacerse un selfie con Felipe.

[[[Ese mismo día, cené en Valladolid con un montón
de amigos alicantinos y todos echaron en falta a Ortiz]]].

Lo peor; los niños del Colegio de San Ildefonso ven peligrar su anhelada participación en el próximo sorteo Extra de la Lotería de Navidad, sustituidos por el barbas, en formato plasta o plasma, lo que se decidirá, como casi todo, a última hora.

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Cualquiera que haya asistido a la ejecución de un ponente, que habla mientras lee las notas que trae de casa (al margen de que el soporte sea impreso, manuscrito, presentaciones o imágenes de un amanecer) y que pega la chapa de forma inclemente, es conocedor de un hecho que, por sabido, no deja de ser apabullante: es un tostón insoportable y, no habiendo nada peor que cuando actúan en batería y, tras el primero, se lanza el segundo, luego el siguiente y, más tarde, cuando ya has perdido la cuenta de las intervenciones y las comisuras de tu labio se unen por un levísimo fluido viscoso que ha alcanzado conexión con la solapa de tu chaqueta, donde se estanca y toma testigo de que fuiste incapaz de soportarlo, justo entonces, aparece un fulano, con los ojos inyectados en sangre, plagado de tics que, tienes por cierto, parecen signos premonitorios de que la mejor solución ante tamaño desmán es, cortar por las bravas su atropellada intervención, con una ovación que, por sonora, deja la alocución cerrada. Entonces, puede que muestre su ingenuidad y candor, repartidos en equilibrio, para dejar en el aire que atendería cualquier pregunta o duda por aclarar; rápidamente alguien zanja el conato con un rotundo: "Todo ha quedado suficientemente bien explicado".

Quizás la ejecución sea excesiva, pero cortarle la lengua podría ser considerado un acto de justicia.

viernes, 31 de octubre de 2014

USA is: Alabama

Teniendo que apechugar con la imperiosa obligación de encabezar cualquier ordenación alfabética, los nativos de Alabama deben sobrellevar, para siempre, la afrenta del segregacionismo, la deshonrosa huella de un siniestro pasado en el que un puñado de ignorantes consideraban posible someter y esclavizar a los que eran diferentes; de haber sido protagonistas de las simas más profundas a las que el comportamiento humano puede conducir.

Los sureños son orgullosos y una contradicción se puso de manifiesto en Alabama (la misma que hoy se mantiene vigente en muchos otros lugares): los que deben sufrir la intolerancia son los que están expuestos a ella. La lucha por la libertad, y el enfrentamiento a la desigualdad y el racismo, se contempla con un estupor que turba el juicio y, hoy, envueltos en una neblina que no permite percibir rasgos, todos los nativos parecen enemistados en una pelea desigual, escindida en dos frentes.

— De un lado, se alinean bajo una triple bandera los que, se envalentonan yendo encapirotados colectivamente, a los que, con la capacidad de síntesis española, nos sobra una letra para definirlos: “KKK”.

— Del otro, se oponen los que resumen sus ideales en tres estandartes con la misma inicial. Anhelan la igualdad, la integración y la iustitia”.

No eran blancos y negros los que se enfrentaban, porque no todos los negros pensaban igual y no todos los blancos actuaban del mismo modo.

"Haz sitio"

En esa (des)integración racial que estaba al borde de prender en llamas, en una época y un lugar que determinaron un cambio de conciencia, generalizado y extendido, muchos actores adquirieron protagonismo: Rose Parks, Martin Luther King, …

Aunque, como cualquier revolución que tenga sentido, fue un proceso liderado por muchos. Las personas sencillas, los humildes, los que con pequeños gestos determinaron una completa transformación.

Los que hicieron que en una tierra que fue inhóspita para muchos, la hospitalidad sureña permitía que cualquier forastero pudiera sentirse allí como en casa.

Su corazón —contradictorio, inabarcable y generoso, como casi todo lo humano— permitió que algunos músicos, blancos de piel (y alma negra como un tizón) facilitaran el caldo de cultivo para cocinar un guiso sabroso y especiado, fusión de las emociones de quienes vibran con la música y sólo se muestran intolerantes con la intolerancia.

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Bienvenidos a Alabama, dulce hogar.

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Heart of Dixie

“Audemus jura nostra defendere”
(Nos atrevemos a defender nuestros derechos)

Capital y ciudades

La capital del Estado es Montgomery. Toma su nombre de Richard Montgomery, soldado nacido en Irlanda que había servido en el Ejército Británico. El cambio de bando, para apuntarse a los independentistas, le granjeó la condición de héroe y traidor (según a quien preguntes). En la Guerra de la Independencia una de las primeras iniciativas rebelde fue el intento (fallido) de invadir Canadá, en la que las fuerzas lideradas por Montgomery fracasarían en la batalla de Quebec y él moriría (aunque quisieran recordarle dando nombre a la capital del Estado de Alabama y varias ciudades más a lo largo del país).

La ciudad más poblada del estado es Birmingham. Otras ciudades con más de 50.000 habitantes son: Mobile, Huntsville, Tuscaloosa, Hoover, Dothan, Decatur y Auburn.

Canción

Lynyrd Skynyrd es un grupo originario de Jacksonville, Florida. Sus tres pilares eran: Ronnie Van Zant (voz solista), Gary Rossington (guitarra) y Ed King (guitarra y bajo). Tras un primer LP, al que titularon como forma de desentrañar la pronunciación de su enrevesado nombre, en 1974 entregan su segundo trabajo, “Second helping”, donde se encuentra su credencial para la posteridad, la canción que se convertiría en el himno del Estado que visitamos; un homenaje a la buena gente sureña, no a ciertos patanes que, con nocturnidad y cobardía, empleaban la violencia y la intimidación en su intento de convencerse que eran superiores. ¡Ja!

La canción surgió como respuesta a dos canciones de Neil Young, Southern man (del LP “After the gold rush”, 1970) y Alabama (incluido en “Harvest”, 1972). En ambas, NY arremete contra el racismo y la segregación presentes en Alabama.

Al grupo de Florida no le hizo gracia que un artista —canadiense— al que admiraban, viniera a decir lo que sucedía en un lugar donde siempre habían sido bien acogidos, donde en un pequeño núcleo, Muscle Shoals, se juntaban dos de los estudios en los que intérpretes blancos habían ayudado a facturar la música más negra y excitante realizada nunca [se trata de los estudios FAME (Florence Alabama Music Enterprise), fundados por Rick Hall, el sitio donde Aretha, Otis o Wilson Pickett alcanzarían la condición de inmortales; y, más concretamente, de Muscle Shoals Sound Studio, donde cuatro músicos se hacían conocer como The Swampers y, siguiendo un deseo de independencia, fundaron su propio sello y alcanzaron máxima cotización como músicos de sesión: nada más y nada menos que Jimmy Johnson (guitarra), David Hood (bajo), Barry Beckett (teclados) y Roger Hawkins (batería)].

Alabama era un Estado al que, por muchas y muy variadas razones, Van Zant y sus secuaces consideraban su hogar.

Lynyrd Skynyrd – Sweet home Alabama



“Las grandes ruedas siguen girando
Llevadme a casa a ver a los míos
Cantando canciones sobre el Sur
Echo de menos a Alabama, de nuevo
Y creo que es un pecado, sí

Oí al señor Young cantar sobre ella
Oí al viejo Neil menospreciarla
Espero que Neil Young se acuerde
Un hombre del sur no lo necesita cerca

Alabama, dulce hogar
Donde el cielo es tan azul
Alabama, dulce hogar
Señor, vuelvo a casa contigo

En Birmingham quieren al gobernador
Nosotros hicimos lo que pudimos
Lo de Watergate no me preocupa
¿Te incomoda a ti tu conciencia?
Di la verdad

En Muscle Shoals tienen a los Swampers
Han sabido hacer una canción, o dos
Han sacado tanto de mí
Me animan cuando me siento abatido
Pero ahora, ¿qué será de ti?

Alabama, dulce hogar
Dulce hogar, cariño
Donde los cielos son tan azules
Y la verdad del gobernador
Alabama, dulce hogar
Señor, vuelvo a casa contigo
Sí. Montgomery tiene la respuesta”.

*****

Una canción que ha quedado como himno del Estado y como uno de los mejores exponentes de la hospitalidad y la acogida.

Libro

Una niña de seis años, Scout, observa el mundo en el que vive: el ficticio Maycomb, Alabama y la muy real Depresión de los años treinta. En ese trasfondo contempla un contexto de racismo, intolerancia y prejuicios en el que debe madurar, interiorizando y asimilando —aprendiendo— de los modelos que tiene a su alrededor; singularmente, su padre, el abogado Atticus Finch, y su vecino, Arthur ‘Boo’ Radley, una persona llena de matices.

Se trata, por supuesto, de “To kill a mockingbird” (“Matar a un ruiseñor”), de Harper Lee, premio Pullitzer en 1961.

El libro que todos los adolescentes deberían leer. O, en caso de no hacerlo, atreverse a ver la versión cinematográfica de 1962, dirigida por Robert Mulligan, con las inolvidables interpretaciones de Gregory Peck (Atticus) y Robert Duvall (Boo). Más allá de su memorable comienzo, el respeto que provoca la integridad moral se hace eterno, al haber arraigado de manera profunda.



Una novela sobre la pérdida de la inocencia y la madurez, sobre cómo los héroes se forjan en circunstancias adversas, tan redonda y juiciosa que impediría que su autora volviera a publicar.

Responsable de que muchos jóvenes decidieran dedicarse a la abogacía, pese a que, la mayoría, olvidaran el motivo en el proceso de adoctrinamiento.

Película

Un testigo privilegiado del tercer cuarto del siglo pasado, oriundo de Greenbow, Alabama, esforzado para superar sus limitaciones, jugador de tenis de mesa y de fútbol americano, capaz de emocionar a los que saben enfervorizar a la audiencia, corredor sin ningún motivo, capitán de barco, jardinero e inversor, amigo de un fanático de las gambas, enamorado desde niño.

Toda una vida, evocada, sentado en un banco, esperando al autobús.



La película con la mejor Banda Sonora imaginable, en 1994 fue una sorpresa mayúscula. Dirigida por Robert Zemeckis, supuso la confirmación del gran actor que es Tom Hanks, tras el éxito del año precedente, con “Philadelphia”, ganando dos años seguidos el Óscar al mejor intérprete masculino, hazaña que sólo había logrado Spencer Tracy.

Es, se me olvidaba decirlo aunque no fuera necesario, “Forrest Gump”, película que, junto a Hanks, cuenta con Robin Wright (Jenny), Gary Sinise (Teniente Dan) y Sally Field (Señora Gump) en los papeles principales.

Una película que nunca pasará de moda.

Un mensaje indeleble: “la vida es como una caja de bombones; nunca sabes lo que te va a tocar”.

Serie de TV

Mary Elizabeth “M. E.” Sims (Annie Potts) y Rene Jackson (Lorraine Toussaint) son vecinas en Birmingham, Alabama. Crecen juntas, desde niñas, viendo pasar la década de los ‘60s, en el epicentro de la lucha por los Derechos Civiles y, a pesar de sus distintos orígenes raciales, forjan una estrecha amistad. Su relación se trunca cuando M. E. queda embarazada y quiere casarse, decisión que no comparte Rene.

Más de veinte años después, Rene vuelve a Birmingham (tras haber desarrollado una exitosa carrera como abogada en Washington) y se reencuentra con M. E., que nunca ha salido de su ciudad natal. Ambas retoman su amistad inicial y comparan las trayectorias que han seguido sus vidas, en las que sorprende ver el triunfo profesional de la mujer negra y la maternidad y la permanencia en el lugar de nacimiento, como ama de casa, de la mujer blanca, en contraste con el cliché extendido de signo contrario.

En la serie, emitida por Lifetime entre 1998 y 2002, se mezclan las historias de los dos amigas, en su vida adulta y en los flashbacks en los que recuerdan los viejos tiempos.

Se llamaba Any day now, tomando el título de la canción compuesta por Burt Bacharach, cantada por Chuck Jackson, versionada por Ronnie Milsap y que Lori Perry volvió a interpretar para la sintonía de la serie.



Que yo sepa, nunca se emitió en España, aunque aceptaría confirmaciones de este extremo.

Visita obligada

El 1 de diciembre de 1955, en Montgomery, Alabama, Rose Parks, maestra y activista del Movimiento por los Derechos Civiles, se negó a seguir las indicaciones del conductor del autobús en el que viajaba, en el sentido de ceder su asiento a un blanco y permanecer de pie, como correspondía a su condición. Acusada de perturbar el orden, fue encarcelada. Es el detonante para la intervención de un pastor  relativamente desconocido, Martin Luther King, organizador del boicot a los autobuses, en una protesta que llegaría hasta la Corte Suprema, que finalmente declararía inconstitucional la segregación en el transporte. Uno de los pilares fundamentales en la lucha por la integración se había afianzado.

En el lugar donde se originó el boicot, se yergue un monumento, diseñado por Maya Lin, en homenaje y memoria por los caídos en la lucha por la igualdad, presidido por un muro coronado con una cita de King:

“…hasta que la justicia fluya como el agua
y el juicio como una corriente inagotable”.




Ubicación

Wikipedia

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Otros Estados:

Nebraska (Lincoln)
Ohio (Columbus)

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