El
LP publicado el pasado 23 de junio por la banda liderada por Gourley hace el 9º
en su cuenta, el primero desde hace 6 años, cuando publicaron Woodstock.
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Asesino
de sueños
No
seas ingenuo, hay una oscuridad profunda en el ambiente
Sonríe
y saluda mientras te envuelve
O
sumérgete y disfruta del viaje
Hay
un extraño llamando en mi puerta
Un
soldado de juguete regresando a casa de la guerra
Incluía
la canción que los llevó a la fama, “más
grande que la vida” (según la tesis de David
Bowie que motivó la elección de su atípico nombre), pero efímera.
Más
aún si no se la alimenta con la incesante frecuencia que demanda.
La
canción ganaría un Grammy a la “Mejor
interpretación de Grupo o Dúo Pop”.
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No
puedo mantener mis manos quietas
Creo
que les quitaré el polvo y las pondré de nuevo en el estante
Ahora
soy un rebelde sólo por diversión
Lo
llevo sintiendo desde 1966
Ahora
soy un rebelde sólo por diversión
Déjame
patearlo como si ahora fuera 1986
Puede
que ya haya terminado pero yo todavía lo siento
Un país como
modo de definir a un grupo (de gente)
Marzo de 1971: Se graba
la canción en el Estudio A, en Hitsville USA (así se conocía a la factoría de
Detroit).
21 de mayo de 1971: Se
publica What's Going On, el LP que incluye el tema como sexto corte
(cierra la cara A).
10 de junio de 1971:
Lanzamiento del single, segundo tras
el que da título al LP.
1 de abril de 1984: Tras
una violenta discusión con su padre, éste dispara a su hijo dos veces, siendo
el primero de ellos fatal. Marvin Gaye es declarado muerto a la 1:01 PM, un día
antes de cumplir 45 años.
1991: Motown Records edita un videoclip conmemorativo
de los 20 años de la canción y el LP (una de las joyas imprescindibles de la
historia de la música). Aparecen figuras relevantes como David Bowie, Diana Ross
o Wesley Snipes.
21 de mayo de 2021: Se
estrena un nuevo
videoclip, con motivo de los 50 años de la canción. En pocas palabras: resulta
deprimente que no se les haya ocurrido nada más imaginativo, pero el sonido es
mucho mejor que el del anterior. En veinte años han mejorado muchas cosas; más
técnicas que artísticas.
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En
el LP en que Gaye —abrumado hasta la desesperación— decidió meterse en
política, dedica esta canción a la destrucción del medio ambiente en una
sociedad modernizada.
Tenía
claro la causa de sus preocupaciones, como dejó escrito en su biografía, “Divided Soul”:
“Cuando
no seguimos el ejemplo de Jesús y
nos dejamos llevar por la explotación y la codicia, nos destruimos a nosotros
mismos. De eso trata ‘Mercy Mercy Me’”.
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Resulta
interesante imaginar que Marvin pudiera contemplar el desarrollo de la acción
política en todos estos años, para darse cuenta de que, en resumen, en un mundo
globalizado y deslocalizado, el principal recorrido para alcanzar un “mundo sostenible” pasa por movilizar a
los ciudadanos y conseguir que separen sus residuos en bolsas de colorines y
que, al tiempo, dejen de usar bolsas cuando van a hacer la compra, mientras
dejan impunes a las grandes corporaciones.
En
fin.
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Ten
misericordia de mí
Las
cosas no son lo que solían ser
Adónde
se han ido todos los cielos azules
El
veneno es el viento que sopla del norte, del sur y del este
Ten
misericordia de mí
Las
cosas no son como solían ser (Ten piedad, Padre)
Petróleo
desperdiciado en los océanos y los mares (Ten piedad, por favor, ten piedad)
Pescado
lleno de mercurio (Por favor, ten piedad, Padre)
Radiación
subterránea y en el cielo (Por favor, ten piedad, ayúdanos, Padre)
Los
animales y pájaros se están muriendo (Por favor, ayúdanos, Padre)
¿Qué
pasa con esta Tierra superpoblada? (Ten piedad, oh Padre, ten piedad)
¿Cuánto
abuso más del hombre puede soportar? (Por favor, ten piedad)
Conocedor
de la dificultad de juzgar, en la edición de esta semana (última del año)
intercambiamos los papeles para que, los que vienen juzgando las canciones en City WARS®, puedan mostrar
sus preferencias y compartir con todos aquellas a las que, por las razones que
consideren oportunas, les conceden en su particular criterio un diez.
Sabía
que iba a ser muy divertido, pero no imaginaba que lo sería tanto.
Cada
película de Paul Thomas Anderson es
un acontecimiento.
Recuerda
a directores clásicos; algunos que fueron capaces de dejar una impronta, un
sello personal que, puede que no supieras concretar en qué consistía, pero que
diferenciabas de la mediocridad del resto de coetáneos.
Ahondando
en detalles, él es Cooper Hoffman
(hijo del fallecido Philip Seymour
Hoffman, actor fetiche del director). Ella es Alana Haim, una de las tres hermanas HAIM (sus hermanas mayores, y también sus padres, aparecen en la
película replicando sus relaciones reales).
Ambos
son debutantes, pero están dotados de tanto talento, son tan asombrosamente
naturales, que sostienen el desarrollo de la trama. Todo lo que sucede (y
suceden unas cuantas peripecias) son episodios de su vida y su relación, desde
el momento en que se descubren y se fascinan.
Sus
personalidades son tan deslumbrantes que da gusto verlos, cómo interactúan y
cómo evolucionan conforme el tiempo va pasando en el Valle de San Fernando, en
California, en 1973.
Y
es un placer descubrir que son deslumbrantes porque son extravagantes, nada
anodinos, alejados de afectación o postureo.
Son
deslumbrantes sin tener que ser raros, tortuosos o atormentados.
Hoy
es una novedad gratificante.
Es
una película optimista.
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La
música está escogida con verdadero mimo.
Una
canción, incluida en el tráiler y en el metraje, compuesta e interpretada por David Bowie, tiene tanta miga que
merece un tratamiento en detalle.
En
1968, Bowie recibió el encargo de escribir la letra en inglés de una canción
francesa que había tenido éxito.
Se
trataba de “Comme d’habitude”,
de Claude François. La versión de
Bowie fue rechazada y Paul Anka lo volvió
a intentar y escribió, “My Way”, que Frank Sinatra convirtió en un clásico,
versionado por gente tan dispar como Elvis Presley, o Sid Vicious.
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No
me quiero perder: el caso es que Bowie, decepcionado y molesto por el éxito de
la otra versión, concibió “Life on Mars?”
como una parodia de la interpretación de Sinatra.
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Y
lo que viene a contar es el optimismo y el escape de la realidad que se produce
en una chica que va al cine, o en alguien de “esa incierta edad” que evita enterarse de lo que pasa en Ucrania,
o en Génova, pasando un rato en una sala.
Me
entero en Exquisiteces
de la vuelta de Liz Phair y, lo
confieso, ni siquiera me había dado cuenta.
Y
resulta que han pasado once años desde su anterior disco.
No
te acuerdas, ¿verdad? de todas las veces que te llamé
No
significan nada para ti
Nuestras
vidas separadas
Nuestros
días solitarios
Y
de repente me pides que me quede
¿Qué
quieres que diga?
Mañana,
a esta hora
Estarás
muy lejos
Porque
cada vez que pienso que estamos bien
Cambias
de juego
¿No
escuchaste las alarmas, cariño?
¿No
viste las llamas?
Pues
ahora no te quejes
Luego
estuve leyendo por ahí que Phair se quedó muy impresionada con la muerte de Bowie, y de Prince, y en ese momento preciso le llamó su agente para preguntarle
qué estaba haciendo y ella se dio cuenta que no podía ser que ella se muriera y
su último disco fuera el anterior a éste y entonces se puso las pilas, pero la
pandemia hizo que todo se retrasara un poco y el disco llegara un año más tarde
de lo esperado, ahora, hace nada, pero confieso que toda esta historia me suena
un poco a camelo y aprovecho que como casi nadie lee y los que entran en este
blog lo más que hacen, imagino, es escuchar la canción, en el mejor de los casos,
pues aprovecho este párrafo que lo hago largo para disimular (como en los
exámenes del colegio) que no sé muy bien que decir y, así...
... he conseguido llegar
al final sin hablar de su debut
Sostengo una teoría: la aceptación mayoritaria de algo (su
conversión en parte del mainstream),
le desnuda de todo elemento crítico.
Al otorgarle la consideración de “normal” se atenúa el mensaje que pudiera llevar implícito.
La integración es la forma más sofisticada de silenciar al
disidente. No porque se le impida expresar su opinión, sino porque nadie presta
atención a lo que dice.
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Lewis Allan Reed, el más icónico y underground de los bohemios de la contracultura neoyorquina,
alcanzó la cima de la aceptación popular con una canción extraída de su segundo
disco en solitario, producido por David
Bowie, arreglado por Mick Ronson
y que, pese a hablar de transexualidad, prostitución, drogas o sexo oral, se transformó en un insulso tarareo que, el
propio Lou concedió con sorna, era el inicio de su obituario: “Doot, di-doot, di-doot, di-doot, ...”.
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Cinco superestrellas son mencionadas en la canción. Todos eran
protegidos de Andy Warhol en The Factory, el estudio de arte donde Warhol
creaba su arte y organizaba un ambiente que él consideraba propicio.
“Holly” es Holly Woodlawn, actriz transexual que vivió en Miami Beach en su
juventud.
“Candy” es Candy Darling, actriz transexual que creció en Long Island.
“Little Joe” era el apodo de Joe Dallesandro, actor protagonista de “Flesh”.
“Sugar Plum
Fairy” era
un personaje de una película de Warhol, “My
Hustler”, interpretado por Joe Campbell
y que representaba al conjunto de camellos que circulaban por The Factory.
“Jackie” se basa en Jackie Curtis, otra actriz de la
camarilla.
Nunca he sentido demasiado interés por Alice Cooper, pero en
ocasiones encuentras sorpresas en los sitios más inesperados.
Parte viene por mi predilección por las canciones, frente a los
LPs.
Así que me chiflan las recopilaciones, de donde extraigo tesoros.
Una de ellas llegó a mis manos de forma bastante accidental y
recogía éxitos de la Billboard de 1975; eran muy numerosos los temas de soft-rock, tan de moda entonces.
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He investigado un poco y he podido saber que Alice Cooper era una
banda formada en 1968 en Phoenix en la que su cantante era Vincent Damon
Furnier.
Tuvieron mucho éxito en 1973 con su 6º disco, Billion Dollar
Babies. Y el éxito llevó a la ruptura. Y Furnier quiso aprovechar el nombre
y, para poder hacerlo, tuvo que cambiarse oficialmente el nombre. Ahora, en su
permiso de conducir (si es que lo tiene) aparece escrito Alice Cooper, un
nombre que la leyenda dice que surgió en una sesión de ouija, cuando una niña con ese nombre, que había vivido en
Inglaterra en el siglo XVII, no teniendo otra cosa que hacer, se les apareció a
los miembros del grupo.
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La banda estableció un ritual en sus conciertos en los que desplegaban
una llamativa puesta en escena; Furnier se maquillaba de forma exagerada, se
vestía con ropas femeninas, se convertía en un villano, asesino de mujeres.
Cortaban bebés (muñecos, no reales) con hachas, empleaban guillotinas y, en una
ocasión, en un concierto en Toronto en 1969, Furnier lanzó una gallina al
público pensando que podía llegar más lejos volando (la ignorancia siempre es
mala consejera), pero se quedó en la primera fila, reservada para asistentes en
sillas de ruedas que, entrando en pánico, destrozaron a la pobre gallina.
El rumor corrió y al día siguiente le dijeron a Frank Zappa que Furnier había decapitado
a una gallina subido al escenario, se había bebido su sangre y había arrojado
el cadáver al público. Cooper negó el rumor; Zappa le aconsejó que no lo
hiciera ante la prensa. Era una publicidad asombrosa.
La banda siguió explotando un estilo conocido como “shock-rock”; incluyeron ejecuciones
(fingidas) en silla eléctrica y una siniestra variedad de torturas góticas. Marilyn Manson, Kiss, o David Bowie
siempre reconocieron ser deudores de su atrevimiento.
El diseñador de los efectos escénicos fue James Randi, que aparecía como verdugo y era famoso también por su
empeño en desenmascarar fraudes de parapsicólogos y charlatanes de diverso
pelaje. Es conocido el episodio con el mentalista israelí Uri Geller, que engañó a José
María Íñigo en España pero no pudo con Randi ni Johnny Carson en USA.
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En 1974 la banda se separa, Furnier adopta su nueva identidad
oficial y publica su primer disco como artista en solitario, un álbum
conceptual en el que el niño protagonista, Steven,
se enfrenta a sus pesadillas más sórdidas.
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El tema que origina todo este desvarío (mío) fue motivo de
controversia; muchos pensaron que trataba sobre la menstruación, pero en
realidad hablade una pareja en la que él abusa de ella. Curiosamente, cuando se
lanzó como single el título tuvo que
acortarse a “Only Women”, debido a
las protestas de grupos feministas.
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El hombre consiguió que su mujer recibiera su semilla
Él obtuvo el poder
Ella tiene la necesidad
Pasa su vida tratando de satisfacer a su hombre
Le da de comer, o lo que pueda
Llora sola por la noche con demasiada frecuencia
Él fuma y bebe y a veces ni siquiera vuelve a casa
Las canciones sirven para acentuar determinados momentos.
“Jojo Rabbit” (2019) —dirigida por Taika Waititi, con él mismo (como Hitler, amigo imaginario de un niño de
diez años), Scarlett Johansson y Sam Rockwell— emplea las canciones: Love,
— En el alféizar de mi
ventana siempre tengo una pila …
— … de nidos colgados de oscuras
golondrinas —continúa el
mayor, lleno de la pasión propia de su edad; alentada por un alma de poeta.
— … de comida, para
alimentar a gatos abandonados y solitarios —apostilla el mediano, de corazón sensible, preocupado por
los que siente indefensos.
— … ¿qué es un alféizar? —pregunta el pequeño, con la curiosidad
que le caracteriza.
— Una repisa que tienen las
ventanas, por el lado exterior, pero también en el interior que es donde,
decía, tengo siempre una pila …
— … de libros, molestando,
obstaculizando el movimiento oscilante (y el batiente) e impidiendo que la
superficie esté limpia, llenando todo de cosas —rezongó ella, cargada de más razón que paciencia.
— Ya. Los quitaré —traté de sentenciar, asumiendo ambos
que era un propósito que me iba a costar llevar a cabo.
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El
cuarto de baño: un espacio sin puerta (en nuestra casa) que aprovecho para
lecturas improvisadas, a la vez que me alivio.
Hoy,
en uno de los libros que contenía la pila colocada en la parte interior del
alféizar de la ventana del cuarto de baño que utilizo por la mañana, he leído
lo siguiente:
“En
psicología existe una antigua historia sobre un anciano jubilado que estaba
encolerizado porque unos niños jugaban de manera ruidosa junto a la ventana de
su pequeño apartamento en el primer piso. ¿Los alejó a gritos? No. Eso no
hubiera sido inteligente. Salió y dijo que le encantaba oír a los niños jugando
debajo de su ventana y que les daría un cuarto de dólar a cada uno si jugaban
allí. Los niños estuvieron encantados. Les pagó un cuarto de dólar cada día
durante una semana. La segunda semana salió después de que hubieran estado
jugando y les explicó que como era muy pobre, sólo podía darles diez centavos a
cada uno. A los niños no les gustó la reducción del pago. Algunos abandonaron,
pero la mayoría continuaron allí. Al comienzo de la tercera semana, el hombre
jubilado salió y les explicó que era tan pobre que sólo podía pagar un penique
para cada uno al día. Los niños se marcharon diciendo que no jugarían debajo de
aquella ventana por un penique. La estrategia del anciano para solventar su
problema refleja una comprensión detallada de cómo sus acciones afectarían a
los muchachos”.
Al Siebert: “La
resiliencia. Construir en la adversidad”
*****
— Es curiosa la historia.
— Sí. Me llamó la
atención. Por eso quise compartirla contigo.
— Gracias.
— Ahora estoy pensando cuándo
podré encontrar la posibilidad de poner en práctica la estrategia. Se me
ocurrió pagar a los niños para que, progresivamente, vayan reduciendo su nivel
de ruido.
— Adelante.
— Pero he encontrado un
problema.
— Sabía que serías capaz
de hacerlo.
— No sé cómo hacer para
pagarles.
— ¿Perdón?
— Que hay un problema de
conversión de monedas.
— No te sigo.
— Te explico: primero, el
jubilado, empieza con un cuarto de dólar; más tarde, pasa a ofrecerles diez
centavos y no sorprende que rechacen su oferta final.
— Era lo que buscaba. Les
ofreció una cantidad ridícula.
— El jubilado que no salía
de su casa en esa antigua historia que existe en psicología quería que se
fueran a jugar a otro sitio. Pero, ofreciéndoles un penique, los niños no encontraron
la cantidad ridícula, sino que les pareció absurda y, por eso, se fueron.
— Lo que él quería.
— Que no. ¿Cómo iba un
jubilado anciano, que apenas sale de su casa más que para arengar a unos niños
que juegan de manera ruidosa debajo de su ventana, orquestar un plan en el que,
mientras apacigua su cólera y reprime su deseo inicial de amedrentarlos con el
bastón para hacerlos callar, les aturde ofreciéndoles moneda extranjera —¡peniques!—
para que comprueben su grado de locura, se aturdan y se vayan?
— ¡Mira que tienes gana de
sacarle punta a las cosas.
— Todo es culpa de la
reducción de costes y la forma de hacer libros, fabricándolos como si fueran en
serie.
— Deliras.
— Que no. Que te digo yo
que todo este sinsentido se debe a cómo trabajan ahora las editoriales, que
encargan los trabajos de traducción a becarios, que no aparecen acreditados y a
los que descuentan una cantidad fija de dinero por cada coma empleada.
— ¿Has tomado la pastilla?
— Voy a mirarlo.
— …
— ¿Ves? Mira la página de
créditos:
(Alienta
Editorial. Planeta DeAgostini Profesional y Formación, 2007)
— Ninguna mención al
traductor. Ni siquiera indican el título original de la obra, ni su año de
publicación.
— ¿Es importante?
— Para gente con ideas
propias, no. Pero, para los que cumplen los protocolos, es tremendamente
relevante. Hay una forma de trabajar establecida que debería seguirse.
— Ya.
— Pero, ¿qué puedes
esperar de unos tíos que vienen del planeta Agostini?